miércoles, 18 de abril de 2012

día 157 las cerillas de Aspen

Bajo las escaleras un par de veces. Me parece curiosa la obsesión que se ha desarrollado en esta ciudad por los incendios. Hay bocas de incendios en la calle, integradas en los edificios con mil ramificaciones, mangueras por plantas... Daría hasta mal rollo si no fuera porque las películas nos han enseñado que las usan para divertirse en los veranos calurosos. 

Hoy además me encuentro con una caja minúscula de cerillas, con un misterioso hombre que parece que me quiere decir algo. Me siento dentro de la trilogía de Paul Auster, no sé si tendré que convertirme en espía de la ciudad de cristal. 

Como y me marcho a clase. Leemos paginas en alto, me gustan nuestras mesas de debate abierto después de hacer de actores, de dar vida a nuestros personajes con voces improvisadas. 

Al volver a casa descubro otro gran avance de mi nuevo edificio. Puedo tirar la basura por una puertecita que hay en el pasillo. Puedo ser Jack Nicholson en Mejor imposible. Las excusas para bajar en pijama a la calle se reducen.

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