sábado, 31 de diciembre de 2011

día 51 enfrentandome al final de nuevo

Me levanto temprano y, decidida, me voy a la escuela. De nuevo tengo un telecine en blanco y negro lleno de color, que curiosos que son los avances tecnológicos. 
Me pego un rato con el ordenador, menos mal que tengo a Aline al lado que siempre me ayuda, sin decirme nada por lo pesada que soy. 
Estoy contenta por poder usar la primera banda sonora que me hizo Dan para el corto de Aina, fue volverla a escuchar aquí y saber que por fin podía rodar algo en Coney Island. 
Las cinco horas que estoy sentada me dan de sí para organizar el proyecto, pero no para acabarlo del todo. Me falta curro de etalonaje, todo el del mundo, y hay dos planos que quiero cambiar, pero están ahí de momento para no perderme. La semana que viene acabaré. 
Me voy con Aline a comer. Volvemos a la paz del Indio vegetariano, que esta vez puedo confirmar que está en la 28 con Lexington Av.
Cuando nos damos cuenta de que nos están echando, nos hemos quedado solas en el restaurante. La mezcla de sabores y la charla amena siempre hacen que nos olvidemos del mundo alrededor. 
La acompaño de vuelta a la escuela, que ella tiene más paciencia que yo y seguirá montando otras 5 horas. 
Quedo con Carol y Jose en la W4 y caminamos por la ciudad hasta la esquina de la 34 con la novena, de nuevo aventura en el B&H. Ya no me asusta tanto como la primera vez. Por el camino aprovechamos para seguir con el turisteo y Jose se saca una foto en cada esquina.

día 50 recogiendo a la primera visita

Llega la primera visita de las españas, José, un amigo de Carol, que pasará una semana con nosotras. Vamos a tener un chico en casa, así que tendremos que acordarnos, de nuevo, de cerrar la puerta del cuarto de baño. Le vamos a dejar la habitación de Carol y ella dormirá conmigo, como en los viejos tiempos, como hace quince días. El viaje hasta el aeropuerto es de las cosas más divertidas de tener una visita. Nos aventuramos a los 3 transbordos para hacer menos paradas en las peores fechas del año, que esta semana el metro funciona todos los días como si fuera sábado, lo que quiere decir que las esperas son de 15 minutos para arriba. 
En el segundo cambio cogemos la línea tumba express, nos inunda el pasado, parece que llevamos aquí mucho más tiempo del que en realidad llevamos. Es una sensación extraña.
Según nos adentramos en Brooklyn, hacia el JFK, la ciudad se vuelve más residencial, se multiplican las viviendas unifamiliares que se respetan el espacio y se separan. 
El vagón va lleno de maletas y vuelven a invadirme las ganas de viajar, quiero conocer la USA red neck, los estados del centro, las granjas de maíz, ese mundo oscuro y luminoso que se esconde tras el gran fantasma de la fake América de Nueva York.
La estación de Howard Beach, donde enlaza el Airtrain que lleva al JFK, da cierto susto, creo que no les cabe una cámara más. Más que protegido te sientes ultraobservado, Hitchcock podría haber rodado aquí la segunda parte de la ventana indiscreta: "la estación de metro cotilla".
Me quedo a mitad del camino de vuelta, paso por la escuela para recoger los rollos que deje para revelar y el supertelecine peludo. Llueve a mares, pasear se hace muy incomodo, el viento vuelve a hacer imposible descifrar por donde te van a dar las gotas.

día 49 visita urgente a la lavandería

Tras la tempestad llega la calma, trabajamos un poco cada una en su habitación. Hay toneladas de mails por contestar y trabajo de clase que nos mira de refilón, recordándonos que las vacaciones se van acabando.
Comemos juntas, hacemos la lista de la compra, que la nevera está protestona también y nos bajamos a la calle con nuestros sacos de papá Noel de ropa sucia. Es el único momento en el que no me importaría que me robaran. 
Tenemos miles de monedas de 25 céntimos, ya que nuestro anterior peculiar casero nos pago así las dos llaves que tuvimos que hacer. Vamos más preparadas que nunca a la Laundry. 
Pensábamos que iba a estar más despejada, pero está hasta arriba como siempre. ¿Es que en este barrio nadie tiene ropa limpia hoy?
Ponemos la lavadora ultragrande, la primera vez que metemos la ropa aquí, en esta mini nave espacial en la que si nos esforzamos a lo mejor cabemos las dos. Por un momento pienso que si hubiéramos esperado un día más a lo mejor tendríamos que haber bajado en pelotas, porque el pijama había que lavarlo también.
El rato en la lavandería se alarga más que de costumbre, cuando estamos en proceso de cambio a la secadora aparece Sana con otras dos bolsas. 
Carol se empieza a enganchar al culebrón venezolano que hoy se retransmite a gritos para todos los usuarios de las instalaciones. El momentazo del día lo pone la publicidad del canal, instante en el que localizamos que nosotras y la chica que trabaja allí somos las únicas que entendemos la tele.
El anuncio no tiene desperdicio, se trata de unas pastillas para el dolor de espalda y la fatiga, lo interesante llega cuando empiezan a hablar de los efectos secundarios y de la importancia de interrumpir el tratamiento y avisar a tu médico si empiezas a notar conductas depresivas o impulsos suicidas. El marketing de los canales latinos de aquí es un tanto extraño.

día 48 happy Xmast Yoko

Esto es una madrileña, una mallorquina, una argelina y cuatro suizos celebrando la navidad en el barrio chino en Nueva York... como dice Carol, todo un comienzo de chiste.
Aline nos propuso ayer apuntarnos a la que parece ser la tradición de los judíos para esta fecha, que consiste en huir de las multitudes y los papá noeles y comer en Chinatown. 
Cuando nos bajamos del metro en Canal St nos damos cuenta de que vamos a compartir ceremonia con más multitud de la que esperábamos. Menos mal que los amigos de Aline han reservado mesa, que si no, ni comemos ni cenamos. 
Me he llevado al señor conejo de excursión, también es ya de la familia y me ha dicho que no le dejara solo hoy.
La comida está espectacular, tenemos mesa de Dj y el centro gira para que nos podamos servir. El restaurante está lleno de familias chinas comiendo, lo que da cierta confianza. Pruebo el pato por primera vez en mi vida y descubro que me encanta.
Con la tripa bien rellena nos vamos a la búsqueda de postre. Una pequeña bakery china nos abre de nuevo el apetito, por unos 50 céntimos o dólar y medio puedes elegir entre más de 30 pastelillos diferentes. Yo opto por uno de frutas, el círculo oscila entre los de coco y los de algo que parece crema de natillas y está caliente. 
Decidimos ir al cine, para mí es como estar en casa porque es lo que hacemos siempre después de comer en navidad. La votación es reñida y finalmente la mayoría, no absoluta, se la lleva Las aventuras de Tintin, en 3D. 
Subimos hasta Union Square, pagamos los 16 dólares correspondientes, nos dan las gafas Rayban polarizadas y nos sentamos en la sala media hora antes de que empiece la película, que aquí se lleva mucho y te da tiempo a tragarte una buena ráfaga de anuncios.
Después de ver la versión animada de Indiana Jones, con final apto para continuar la saga, caminamos hasta la terraza del rooftop y nos bebemos una Stella en el piso 21. 
Feliz navidad viendo el Chrysler y el Empire. 

jueves, 29 de diciembre de 2011

día 47 ¿ya es noche buena?

Carol se despierta pachucha, parece que el constipado se resiste a abandonarla, aunque ella hace todo lo posible por recordarle que no está invitado. Vagueamos un rato en casa, planeamos mil opciones para la noche, aunque no terminamos de decidirnos por ninguna. Sale el sol, aunque esta vez no nos engaña, sabemos que hace frío, pero aun así nos decidimos a salir y dar una vuelta por el barrio. Se supone que hoy es el día clave para ir al Rockefeller a ver el árbol y patinar, pero sólo es apto para amantes de codazos y estrujones varios porque se reúne toda la isla más los alrededores en escasos 400 metros cuadrados. No recomendable para mi mandíbula, que se pone a temblar en cuanto piensa en multitudes.
Entramos a un deli y hacemos un megamillion, dos números por cabeza, están en sorteo 206 millones de dólares. Fantaseamos un rato con lo que nos daría de sí el dinero después de dividirlo entre 3. Pensamos en una casa de dos plantas, con escaleras a la calle y minijardincito en la parte trasera, será porque es lo que vemos mientras caminamos. 
Nos cruzamos con el cartero, que hoy va disfrazado de Papa Noel, me pregunto si lo llevará por contrato o será iniciativa propia. Sea lo sea no hay carta para nosotras. Papá Postman muy mal, era el mejor regalo que nos podías traer.
Los mocos de Carol se multiplican, volvemos a casa y cambiamos los planes. Cena hogareña en familia, aunque sea minimalista... la familia y la cena.
Sana prepara una tarta improvisada a base de capas de galletas, natillas y chocolate. Yo preparo una tortilla de patatas, empiezo a pensar que al reducir mi uso de castellano también estoy reduciendo mis conocimientos culinarios de la zona. 
Nos reímos cenando, Sana nos enseña algunas palabras en francés y en árabe. Al final terminamos por no saber ni en qué idioma estamos hablando.

día 46 compartiendo una mañana con el hombre tortuga

A las nueve y media estoy en casa de Aline. Tiene un apartamento precioso con vistas curiosas al mundo del ladrillo. Si os atrevéis con el italiano, el blog que escriben ella y su chico de su vida en nueva york es muy interesante.
Tras un primer intento fallido conseguimos entrar en la casa de Morgan, un apacible hombre tortuga con pinta de octogenario que vive con su sobrino Michael y un pit bull que al principio asusta pero que luego es todo amor.
La mañana de rodaje es preciosa, hay una armonía especial que se respira en esa casa que te inunda los pulmones. Cuando acabamos, mientras recogemos, Norman nos hace dos regalos: el primero es una colección de artículos de prensa sobre cosas que han sucedido en el edificio, el segundo es enseñarnos las vistas desde la planta 14, todo un lujo ver desde Harlem al Downtown sin moverte del tejado. Espero volver a cruzarme con él. 
Cogemos el metro volando y bajamos a la escuela, que hemos quedado con Lucas para rodar por la tarde su práctica. Quiere rodar un tren, pero está prohibido rodar en las estaciones, así que al final cambia sus planes y volvemos a Harlem, está vez a la 110, justo donde acaba Central Park. En un par de horas, entre otras cosas porque nos vamos quedando sin luz, acabamos. Devolvemos el material y huyo a casa. En el metro me doy cuenta de que mañana es Nochebuena, no sé si es porque estoy lejos de la familia o porque la navidad nunca me ha terminado de convencer, pero este año me pilla más desprevenida que nunca.

día 45 al solecito de la playa

A las 8 en punto, como tres relojes, Carol, Aline y yo comenzamos a trabajar. El día acompaña, al principio hace frío pero, como si nos quisiera echar una mano, el sol se decide a calentar. 
En dos días la obras han avanzado mucho, ya casi no queda rastro del graffiti, y las excavadoras y sus hermanas pequeñas, las furgonetas, se multiplican por el paseo que separa el metro del Luna Park.
Avanzamos rápido y me da tiempo a tirar varios planos en los cuatro cartuchos que tengo. Primero los alrededores del parque, después el paseo, nos metemos sigilosos en la playa y salimos para acabar con los planos detalle de las atracciones. Me cuesta darle indicaciones a Carol porque en realidad tengo postales en mi cabeza. Espero que funcionen.
Antes de las doce y media tenemos el trabajo listo. El sol está alto, nos permitimos hasta quitarnos el abrigo y decidimos hacernos una excursión al Nathans para comer en la playa. Yo repito menú de fish and chips al estilo Coney Island y me vuelve a sentar igual de bien que el primer día. 
En el paseo hay quien aprovecha mejor el sol, como si se tratara de una auténtica tarde de verano, con música a todo trapo y cerveza disfrazada. Dato a recordar a los que queráis pasear por las américas: está prohibido beber alcohol en la calle.
Cuando el frío amenaza huimos hacia la escuela. Aline compra unos rollos para el rodaje de mañana y yo dejo los míos para revelar. Nos repartimos el equipo entre las dos y cada uno se va a su casa. Es temprano pero el día ya ha sido largo.
Cuando conseguimos llegar a casa ya estamos muertas. Sana nos prepara una cena deliciosa, col rellena de carne y cebolla, algo muy típico de su país, Argelia. Le tendré que pedir que me lo escriba porque ya no me acuerdo de cómo se dice.
Nos bebemos un té en mi habitación y caemos redondas en la cama.

día 44 gracias lars

Después de desayunar yo me siento a trabajar y a Carol le pega un ataque de limpieza. Gracias a ella ya nos podemos duchar en una bañera y no en una piscina. La he ayudado a sacar la peluca que escondía el desagüe que ya estaba a punto de alcanzar la categoría de rata mojada. Ahora el baño es blanco, poco a poco la casa es cada vez más casa.

Aline me escribe ofreciéndome un plan al que no puedo decir que no, así que después de comer nos bajamos a Manhattan y aterrizamos en el Lincoln Plaza Cinema. Por fin al cine, me embarga la emoción. Un mes y medio sin películas a la vieja usanza. Para celebrarlo doble y con más entusiasmo tenemos reencuentro con mi querido Lars... si fuera capaz de hablar danés otro gallo cantaría en mi vida.
Salimos del cine como se sale siempre de sus películas con la boca demasiado abierta y el cerebro tremendamente agitado. Qué ganas de soñar despierta.

Nos regalamos un rato de charla en la puerta poniendo en común las imágenes y nos despedimos. Mañana toca madrugón y rodaje.

día 43 localizando en Coney Island

Nos levantamos temprano, decididas a trabajar. Cogemos el metro cronómetro en mano y nos recorremos de nuevo la línea amarilla al completo. Al llegar a Coney Island se confirman nuestras sospechas, una hora y media, tendremos que salir de casa a las seis y cuarto para aprovechar la mañana.
Según comenzamos a andar voy viendo que el avance de las obras me ha dejado sin el plano con el que quería arrancar, menos mal que soy chica previsora y he venido a confirmar los tiros de cámara.
Cuanto más veo este lugar más me enamoro de él, de lo bonito que ha sido descubrirlo y disfrutarlo cerrado, medio desierto. Todo un regalo.
Probamos cosas, aunque nunca es lo mismo sacar una foto con el teléfono móvil, por muy HTC que sea, que tirar con una 16mm, entre otras cosas porque entre nieta y abuela se llevan más de 60 años. Pero se disfrutan los rayos de sol, tímidos y no muy calientes, que nos regala esta mañana de diciembre. 
En la hora y media que teníamos destinada a estar aquí dejo las cosas más o menos claras en mi cerebro para rodar pasado mañana. 
Nos volvemos a cruzar la ciudad, de Brooklyn a Manhattan y de Manhattan a Queens, otra hora y media de metro que da para ver muchos personajes.
Vamos a comer a casa de Antonio y Patricia, que se vuelven a las españas a pasar las navidades. Esta vez es más fácil despedirse porque no es un adiós, aunque sabemos que les vamos a echar mucho de menos. Nos quedamos con una copia de las llaves para hacer de guardianas del castillo, encender luces y abrir ventanas básicamente. Estamos con ellos hasta que llega el taxi. Otro coche que se marcha al aeropuerto. 

día 42 de ostreo



Ayer acabó vago el día y hoy se desarrolla vago, expandiendo su pereza. Se nota que nos hacía falta un momento casero. Limpiamos, ordenamos y respiramos. Por la tarde vagabundeamos un poco por el barrio.

martes, 27 de diciembre de 2011

día 41 de nuevo un adiós

Rehacemos las habitaciones, deshacemos las maletas, me cuelgo la ropa en el armario y me acuerdo de mi madre, ya me había olvidado de que las perchas existían. 
Improvisamos una comida para despedir a Natalia, que se vuelve a Madrid. A ratos da envidia ver gente marcharse, pienso que sería fantástico tener una alfombra voladora, acercarme a casa a comer, darle un beso de buenas noches a mi chico y volver a despertar en Nueva York... pero aún no han inventando las alfombras voladoras, no sé a qué están esperando.
La comida es nostálgica, el clan de españoles y Sana, todo queda en Mediterráneo, nos reímos un rato, que es muy sano, nos besamos y bajamos a la calle con Natalia a decir adiós con la mano mientras el taxi se aleja en el frío rumbo al aeropuerto. El resto del día transcurre vago. Ya tenía ganas de un día casero, en pijama, tirada en el sofá.

lunes, 26 de diciembre de 2011

día 40 recuperando la música

Teóricamente hoy tenemos dos rodajes, pero hemos decidido posponerlos, la semana que viene está más libre y ésta estamos más necesitados de aire que de trabajo. 
Quedo con Aline en la novena avenida con la 34 para enfrentarme a la locura del B&H, la súper tienda de cámaras, carretes y derivados, que funciona como un aeropuerto. Creo que necesitaré un par de visitas más para poder pillarle el punto a este lugar en el que todos, ataviados con sus minigorritos negros, trabajan por secciones como si fueran el engranaje de una máquina obsoleta. En la planta de arriba eliges lo que quieres, haces una cola y lo entregas, te dan un número, bajas una planta, haces cola, pagas, te dan otro número, pasas por otra sección, haces cola, entregas el número y te dan tu paquete. Todo esto viendo pasar cajas por cintas transportadoras por el techo. 
Superado el shock nos vamos a Drama Book Store, que está en la calle 40, entre la séptima y la octava a mirar libros. La charla dentro de la librería se nos alarga tanto que nos dan casi las 4, pasamos por el Chase bank y corremos a comer, en un local pequeñito frente a la public library, por 7 dólares fideos udon con vegetales y tempura. Nos quedamos con ganas de probar el helado de sésamo tostado, pero la tripa está llena después de la sopa.
Hemos quedado con el resto de la gente de clase a las seis y media en la puerta de la escuela para unas cañas navideñas. Esperamos como una hora, ni rastro de nadie... creo que hasta veo pasar una pelusa de esas del oeste. Francesco, el novio de Aline, nos propone un plan al que no puedo decir que no. 
Aterrizamos en Williamsburg, tenía ganas de pasear por esta zona especializada en gafapastas y artistas variados. Pruebo la cerveza UFO en la primera parada que hacemos, con la ilusión de que me salga un tercer ojo o me vuelva verde, pero está claro que ni la bebida cree en los extraterrestres. 
Caminamos hasta un garito pequeño y oscuro, al más puro estilo malasaña, en el que dentro de un rato y tras dos bandas nuevas, tocarán Lee Ranaldo y Steve Shelley, todo un lujo para los que fuimos, somos y seremos fans de Sonic Youth.
Hasta que llegue el momento estrella de la noche buscamos un lugar donde cenar algo amenizado con una Brooklyn Lager. Mientras pedimos unas hamburguesas nos damos cuenta de que en la mesa de al lado están ellos, son seres humanos de carne y hueso, aunque no lo parecen por la cara con la que los mira Francesco.
El concierto es el broche fantástico para un día improvisado. En el metro, volviendo a casa, me doy cuenta que tal vez esto sea Nueva York.

día 39 cara cara con el final cut

La primera noche en la nueva casa nos sienta muy bien. Desayunamos en la cocina, por fin sentadas en sillas frente a una mesa, qué ganas tenía. 
Me bajo con Carol en la 23 y voy caminando hasta la 17, el paseo por la mañana despeja. Tengo pedida hora en la sala de edición a las nueve y media. Aline está también. Le doy bastante el coñazo, ella maneja muy bien el programa y yo soy una novata que discute con los ceros y los unos, siempre he necesitado traductor para hablarle al ordenador. 
El telecine es aún más espeluznante de lo que esperaba, aunque esté rodado en blanco y negro la imagen es roja y verde, tengo a medio desierto bailando dentro del fotograma y los pelos se multiplican más que en una peluquería, pero en fin, es lo que hay. 
Me entretengo un rato, simplifico aún más lo que ya era simple en el rodaje y me queda algo, no sé muy bien cómo llamarlo, de 53 segundos, aún dudo si cambiar un plano por otro. En fin, blanco y negro, lleno de pelusas, mudo, rodado en unas dos horas y montado y etalonado (que la verdad, es a lo que le dediqué más tiempo) en unas tres horas y media... en resumen aquí os dejo mi primera patatilla en los new yorks. No seáis muy malos.
La cabeza se me hincha cuando tengo que estar mucho rato mirando una pantalla en una habitación oscura y antiventilada. Al salir a la calle y recordar que es de día nos inunda la felicidad. Caminamos con la NFT (Not for Tourist Guide) de Aline en la mano. Es una guía muy, muy recomendable, hay edición de New York, que realmente sólo tiene Manhattan y Williamsburg, edición de Brooklyn y edición de Queens.
Acabamos en un restaurante indio vegeteranio de buffet libre en Lexington Av con la 27, creo recordar. Por 8 dólares disfrutamos de un momento de paz, a veces picante, de deliciosas verduras, pitas, sopas, salsas de coco... todo amenizado por una envolvente charla en torno al mundo del documental. El reloj nos devuelve a la realidad y a la clase de edición. Hoy nos confiesan que los rusos existieron, no está mal, les ha costado un par de semanas. Vemos un trozo de "Requiem for a dream" y me vuelvo a enamorar de Coney Island. 



día 38 mudanzas s.a. contraataca

En pie temprano, el último desayuno en el acrópolis nos sabe a gloria, por fin nos vamos de la telenovela adolescente. Metemos lo que nos queda en la cocina en una de las cajas de plástico que robamos del súper. En dos viajes ya hemos desaparecido, y aún me da tiempo a darme una ducha antes de correr hacia el metro para ir a clase. Carol se queda en casa como una reina, que hoy tiene el día libre.
De nuevo sesión intensiva con Míster Napolitano, otra vez se pega con el proyector, esta vez añade una conversación para explicar a una chica que se ha saltado el eje. Parece que cada uno habla un idioma diferente, no se terminan de entender y el resto de la clase presenciamos el partido de tenis con curiosidad. Lo mejor de la tarde el mensaje de Aline que me llega al móvil, desde la otra punta de la clase, sencillo pero mortal, aún me río recordándolo: "Please stop him!!!" Creo que algún día Napolitano nos echará de su clase. 
Cuando por fin acaba la charla corro a casa, con ganas de recolocarme en mi nuevo espacio. Carol y yo tenemos unos días de transición hasta que nos separemos del todo. El terapeuta nos ha dicho que así será más fácil la distancia. Después de 5 semanas compartiendo cama hoy experimentamos la soledad del colchón individual, aunque los próximos tres días lo haremos en la misma habitación. Aún puedo abrir el ojo en medio de la noche y saber que está ahí.

día 37 de casting

Me toca dirigir a mí. Ya llevo el chasis cargado, la claqueta escrita, las tres maletas a cuestas. En la puerta del metro me encuentro con Djibril y Aline. Los tres bajamos al parque. Antonio y Patricia, mis súper actores llegan puntuales y tan monos ellos como siempre. Trabajamos deprisa porque es algo muy sencillo, tiramos dos generales, uno sólo con ella, otro con los dos. Al fondo Manhattan, coqueto, mantiene una diferencia de dos f-stops (diafragmas, en versión española) para poder salir en plano. Un detalle de las manos, un detalle de las bocas y 4 planos de Manhattan. En dos horas estamos listos, hemos acabado... a diapositivar!!
A las dos y media volvemos a clase de edición, después de que todo el mundo ya haya rodado sus ejercicios de continuidad deciden pararse a explicar las reglas para mantener y respetar la continuidad. La mitad de la clase se tira de los pelos al darse cuenta que se han saltado el eje, o que no mantienen dirección o... con lo fácil que hubiera sido que no se reservaran la información para ellos. En fin la regla de los 180 grados siempre genera tensión. 
Aline y yo huímos discretamente, tenemos unas dos horas y media hasta el anunciado casting en el Soho. Caminamos por Broadway compartiendo películas hasta que nos descubrimos sentadas en una tetería bebiendo Chai y hablando de Lars. Me encanta haber conocido a Aline, me gusta como persona y como artista, me encantan sus trabajos y me encanta compartir con ella cualquier instante de charla, siempre aprendo algo. A regañadientes dejamos a Lars aparcado y entramos en la sede de la escuela en el Soho, donde en principio iba a tener mis clases. Hay que pasar por la garita de seguridad y enseñar el carné, esto es un edificio de oficinas y la nyfa sólo tiene la segunda planta. El punto a su favor es que tiene ascensor.
La clase de acting está revolucionada por los pasillos, se respiran nervios en el ambiente. Veo a Carol y hablo un rato con ella, está muy graciosa, se ha bebido una cerveza antes de subir.
Nos meten a todos en un aula, ya atrezzada en modo casting y los alumnos de la sección C y D van desfilando con su escena de Up in the air, algunos más acertados que otros. Muchos leen o miran de reojo el papel, entiendo que son nervios, las frases son cortas y lo tienen hace 15 días. Otros están mejor en su registro, pero si se lo bailan no saben qué hacer. 
Carol les da dos vueltas de tuerca a todos, hasta consigue que una espontánea de dirección se arranque a aplaudir, y no fui yo, que lo pensé, pero luego me dio vergüenza.

domingo, 25 de diciembre de 2011

dia 36 descubriendo Harlem

Hoy rodamos la práctica de Aline y eso me permite descubrir Harlem, el Harlem negro, que hoy en día es más aburguesado. Bajo en la 145 y camino hasta la 155, el barrio es tranquilo, las casas bajas, con escaleras en las fachadas, se respira un ambiente particular, un poso de jazz, una brisa que suena silenciosa, una cara arrugada y sabia. 
Empezamos a trabajar solas, la sección masculina del equipo llega tarde, uno más que el otro. Contamos con Dario, un amigo italiano de Aline, que tiene la paciencia de aguantarnos mientras vuela aviones de papel que cada vez llegan más lejos. 
Acabado el rodaje devolvemos material y corremos a comer, nos queda casi una hora. Perdemos una parte vital de ese tiempo buscando lugar, la pizza está buena y es barata pero muchos días seguidos cansa. 
Por la tarde clase de dirección, parece que Bryan ya se ha pegado el diente, y después guión con la negación de la negación, que suena más musical en inglés: "the negation of the negation" 
Carol me está esperando como un reloj en el vestíbulo de la segunda planta para ayudarme a llevar el material a casa. Miguel, el profesor de guión, que tenemos las dos, aprovecha para cotillear y le pregunta a Carol, que se ve que se lleva mejor con ella, sobre nuestro árbol genealógico. 
Como parecía que después de 13 horas en pie, cargando bártulos como camellos, no teníamos suficiente, decidimos adelantar parte de la mudanza y deshacernos de los dos ataúdes más pesados. Cuando nos damos cuenta nos han dado las 11 de la noche, mañana toca madrugar de nuevo y tenemos el estómago vacío. Nos comemos una hamburguesa en la esquina y subimos corriendo las escaleras para poder entrar antes a la cama.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

dia 35 preparando la mudanza

Primer día libre tras una semana eterna. Sienta bien tener tiempo para respirar y hasta me permito un momento de bajón recordando todo lo que echo de menos a mi gente, sobre todo a mi pareja. Qué difícil es a ratos estar lejos.
Superado el instante nos ponemos en marcha. Bajamos al Astoria Park, que voy a rodar allí mi primer ejercicio, a ver dónde plantamos la cámara el martes. Carol me ayuda haciéndome de doble para que me haga una idea de lo que lo que habrá en plano. Cada vez tengo más ganas de trabajar con ella.
El paseo por este parque, y sobre todo la calle que que lo separa del East River es muy agradable, al fondo Manhattan te recuerda que el ladrillo no tiene límites, y que las hormigas son capaces de vivir en cualquier sitio.
Comemos algo para prevenir el ataque de tripas gritonas en la lavandería y nos bajamos con nuestros sacos, a lo Papá Noel a lo que ya se ha convertido en el momento favorito de Carol. Volvemos a pensar que venir aquí en domingo es un infierno, nos falta pedir turno para usar las máquinas en plan frutería de barrio. Los pijamas se multiplican y la gente entra y sale con la cabeza en otros sitios. Carol también la tiene de excursión. Yo aprovecho para hablar por el Skype con España y enseñar el barrio desde la puerta de la laundry.
Volvemos a casa y, a turnos, porque sino no cabemos, rehacemos las maletas para el cambio de casa el miércoles por la mañana. 
Intentamos trabajar algo pero nos cuesta, tenemos listas las cajas, que ya es mucho.

martes, 20 de diciembre de 2011

dia 34 la maratón de Papás Noeles

Esta ciudad, aunque tal vez sería más correcto decir este país, tiene muchas tradiciones curiosas dignas de ser publicadas en un libro titulado "Culto al frikismo". Hoy toca megaconcentración de gente disfrazada de Papá Noel u otros derivados navideños para ir dándole la bienvenida a este momento familiar patrocinado por Coca Cola. Si recayera en mi poder el otorgar el premio al más original se lo concedería al señor árbol, un chico enfundando en verde pino con luces de colores parpadeando alrededor de todo su cuerpo, sólo por la osadía al peso de electricidad estática que ha debido de acumular.

Toca segundo rodaje de continuidad. Esta vez comienzo la mañana jugando a piedra, papel o tijera con Aline para ver quién de las dos se somete al tercer grado de salir en pantalla. Dichosa tijera, por qué siempre elegiré mal. Vamos despacio, pero ya cogiendo ritmo, la cantidad de planos se recorta porque alguno ha durado más de la cuenta y sino no tenemos suficientes metros para todo. Es lo que tiene tirar en cine, que la tarjeta de memoria no da para tanto. 
La gente me mira raro, no me extraña, yo también lo haría, definitivamente actuar no es lo mío. Al menos se me cruza una ardilla que por fin se para a que le haga una foto.
Acabamos a tiempo para poder correr al otro lado de la plaza a comernos un par de trozos de pizza. 
Con el tomate aún entre los dientes corremos a la primera y única clase que tenemos de dirección de actores, algo bastante curioso teniendo en cuenta que hacemos un curso de dirección. Aún no termino de entender bien la estructura del curso que de promedio gana 5 a 1 foto frente a dirección... a lo mejor se equivocaron con el título que le pusieron. El profesor pregunta que si alguien sabe explicar el método Stalinlavsky y yo me lanzo a la piscina, contesto y añado que me parece horrible. La réplica del profesor es contundente: es el método con el que yo trabajo. Mi voz en off contesta: Raquel, ¿cuándo vas a aprender a callarte?
Por primera vez desde que empezamos las clases llego antes que Carol a casa. Subo los cinco pisos con la intención de poder estirarme en la cama a leer un rato. 
Sana me llama y quedo con ella en Martha's Bakery. Acabo sucumbiendo al momento chocolateado y mi cerebro es feliz ahora que le doy el azúcar que me pide.

dia 33 la locura de Union Square

Empezamos la mañana rodando el primer ejercicio de clase, a las 8 de la mañana en la puerta del cole, lo que quiere decir a las 6 en pie. Odio madrugar más que nunca. En mi grupo somos cuatro, lo que quiere decir 4 directores y el resto rotamos en posiciones. La parte buena es que me ha tocado ser la directora 4 así que aún me queda algo de tiempo para pensar, todo un lujo teniendo en cuenta que sales de clase ya con el cerebro exprimido y con ganas de dormir.
Recogemos material, nos escanean el código de barras de nuestras tarjetas colgantes, chequeamos cámara, vemos qué se va rodar... Hoy tenemos la suerte de contar con Carol y Jo, una chica de su clase, que tienen el día libre, lo que quiere decir que dos de los directores número 1 tienen la oportunidad de trabajar con actrices. Jo se queda en mi equipo y Carol se va con otro.
Rodar en Union Square un ejercicio de continuidad, teniendo en cuenta que no para de pasar gente alrededor, que hoy toca mercadillo de granjeros y que somos unos 8 equipos rodando a la vez en la misma localización hace que trabajar sea un tanto complicado. Si le sumas que la experiencia de la gente en rodaje es un tanto dispar, la ecuación resulta un poco surrealista. Nos cuesta comenzar, en clase no han explicado mucho cómo funciona un rodaje, qué es un plan de rodaje, una planta de cámara... en fin esas cosas que hacen que un rodaje fluya y no se atropelle. Simplemente han lanzado a la gente al vacío a rodar un ejercicio en 4 horas y media, con dos rollos de 30 metros de 16mm por cabeza. En resumen 5 set up y un plano cámara en mano, usamos el tiempo hasta el último segundo y devolvemos el material a la escuela. Es cansado, hace días que no dormimos, el equipo nos pesa más de lo que pesa y nos queda una media hora para comer.
Corremos al Whole Food de la plaza, un sitio de comida preparada, bastante buena, que Carol y yo ya habíamos probado y nos comemos nuestra caja de cartón en el piso de arriba. Carol me cuenta sus esperas entre planos en las que le ha dado tiempo a ligar con Gregory, un barrendero cincuentón, que le ha dado su número pensando que era una actriz famosa.
Volvemos con la lengua fuera para otras 5 horas de entretenimiento soporífero con míster Napolitano. Después de pegarse durante 20 minutos con un proyector Eiki, que sólo le recordaba que le estaba tratando mal, conseguimos ver los test de cámara. Nos dividen en aulas y nos dan un maletín de la Barbie por grupo para que montemos set y rodemos. No me termina de convencer el grupo y no me involucro demasiado, no he venido a pelearme por tocar un flexo de Ikea cuando ya he encendido un HMI. Al terminar soy aún más consciente de la suerte que tengo con mi equipo, el George Lucy Team, no me preguntéis de dónde sale el nombre porque aún ni lo he entendido.
Termino reventada y corro a casa, mañana a las 6 tengo que estar de nuevo en pie.

sábado, 17 de diciembre de 2011

día 32 ¿donde está la bolita?

Parecía que podía disimular un poco y dormir algo, pero sólo lo parecía. A las 7 y algo de la mañana ya tengo los ojos como platos, aunque mi cerebro y mi cuerpo están apagados. Veo a cámara lenta cómo Carol corre por la casa porque se ha dormido. Un rato y un café después reacciono y arranco. Entro un poco más tarde pero no me cunde para nada el tiempo que tengo de regalo.
La charla de "Safety & Protocol, mandatory for check out" es bastante clarificadora: la escuela es una máquina tragaperras. 19 dolares con 50 el rollo de 30 metros de 16mm, 20 dolares si lo compras en el almacén en vez de en el despacho, que abre hasta más tarde y está a unos 5 metros de distancia. Sólo nos dejan trabajar con reversible blanco y negro de 200 ASA. El revelado son 27 dólares por rollo, un precio bastante competente, las cosas como son, que incluye el telecinado, que casi sería mejor que se lo ahorraran porque hace tanto que no limpian la máquina que siempre parece que has rodado a una araña tejiendo redes en el desierto, por no hablar de la colección de pelucas que se podrían hacer con lo que te vas encontrando por el camino de fotograma a fotograma. En resumen: clinc, clinc... a la buchaca. Para el primer proyecto tenemos que usar 2 rollos + 2 revelados = a una birria de ejercicio de clase por el módico precio de 121 dolares. No está mal para empezar. 
Nos sobra un rato antes de volver a clase, así que salimos, despistados, a Union Square, eso de que de repente nos dé el sol, no sé hasta qué punto nos sienta bien. Hoy me dan tiempo para comer y no tengo ganas de comer, no acierto nunca.
Volvemos a enseñar el ID y ya estamos sentados en el laboratorio de edición. Terminantemente prohibido comer o beber nada, bajo pena de muerte a juzgar por la cara con la que lo explican. Dentro de la sala sólo está permitido un tipo de disco duro, que la escuela vende por el módico precio de 155 dolares, suma y sigue, que ya estoy cerca de pillar la combinación de tres diamantes para el premio gordo.
Empezamos viendo un trozo de una película documental sobre el montaje, que curiosamente en los primeros 20 minutos se las ha ingeniado para no nombrar a los rusos.
Al final me toca saludar al señor Final Cut, con lo bien que me llevo yo con él. Pasada una hora descubro que el teclado de colores puede hacer milagros y que lo que creía un hecho heroico no es más que la combinación de dedos que aprietan teclas a la vez. 
Acabada la clase de piano visual quedo con mi equipo de trabajo, somos cuatro: Aline (Suiza), Djibril (canadiense), Lucas (brasileño) y yo. Mañana arranca la maratón de rodajes que tenemos en fila india. Me gusta mi equipo, somos una combinación un tanto surrealista, pero creo que nos entendemos. 

domingo, 11 de diciembre de 2011

dia 31 sesión intensiva

A las 7 de la mañana en pie, megadesayuno para aguantar el día. Primero dos horas y media de dirección que se transforman en 3. Así, como quien no quiere la cosa Bryan, el profesor, pierde un diente delantero a mitad de la clase, se le desenrosca más bien, continúa la hora y pico que le queda sujetándoselo con un dedo. Si a eso le sumas que es de Rhode Island y que habla a la velocidad de la luz, el combinado, sin hielo, es difícil de digerir mientras intento que no se me escape mucho la risa con la situación digna de los hermanos Marx. 
Sin tiempo ni para pasar por el lavabo cambiamos de aula, cogemos las Arris, las cargamos y en lobbing hacemos a toda prisa los test de cámara. Es curioso ver la colaboración desinteresada de los otros alumnos de la escuela, que como si no hubieran aprendido la primera lección imprescindible de un rodaje ("no pases por delante de la cámara") se paran en mitad del plano sintiéndose transparentes. Dos horas y media después cambiamos de aula para tener nuestra primera clase de iluminación, con remarcado acento en el dichoso y maniqueo triángulo de Rembrant. El maletín de la Barbie que nos dejan para los rodajes incluye tres luces, más pequeñas que los flexos de IKEA en su versión mini, un pro-light y dos v-light, con sus tres juegos de patitas y el paraguas de geisha, no olvidéis incluirlo en vuestra lista para los reyes magos. 
Llegados a este punto del día decido saltarme el protocolo y comerme medio plátano, aunque me delata el olor, mi estómago está cansado de estar en huelga, han pasado unas 9 horas desde que he desayunado. Última clase del día en la segunda planta- Con el cerebro cansado me siento a oír la versión americana de lo que es un guión. 
El día se ha hecho largo, en la calle no para de llover, en el anden de la línea N de Union Square tampoco. Todos estamos hacinados en los cuatro metros cuadrados que quedan secos. 
El resumen del partido: práctica 1 - teoría 0.

P.D.: ¿Por qué en todas las escuelas de cine es obligatorio que de alguna pared cuelgue el poster del padrino?

miércoles, 7 de diciembre de 2011

dia 30 intimando con la Arri 16S

Me despierto con Carol con la idea de no perder la rutina, lo malo es que Carol se equivoca con el despertador y tiene que salir corriendo para clase. Yo me levanto con calma, desayuno y me leo un poco el manual que nos han mandado para ir pillando algo de la señorita Arri y su primo Sekonik, mis nuevos amigos, o al menos eso pretendo. A las 12 y media como, por eso también me he levantado temprano, para que me de tiempo a tener hambre antes de irme, tengo clase de 2 y media a 7 y media así que no estaré de vuelta en casa hasta las 9 más o menos.
Cuando llego a Union Square, para variar, salgo mal. Esta parada tiene unas 8 salidas y atinar suele ser difícil, aunque tiene su cosa buena, me da tiempo a saludar a un viejo conocido que me deja sacarle una foto.
Al llegar al edificio me revelo y no me pongo la tarjeta al cuello. Parece que paso desapercibida, el chico de la puerta me saluda y no me exige acreditación, opto porque a partir de ahora irá en la mochila. Subo a la segunda planta a ver en qué clase estoy, me esperan 5 horas de Hands in camera en el aula Kubrick. La teoría y la práctica se solapan, demasiado inglés técnico me hace tener una pequeña desconexión cerebral y, sin previo aviso, me traslado a las mañanas soleadas en la terraza de Alicante haciendo el tonto con la Scoopic y hasta escucho esas risas, menos mal que eso me da cierta ventaja a la hora de pensar en negativos, cámaras y demás. Cuando mi cabeza vuelve en sí toca cargar chasis. La Arri 16s no tiene ventanilla, tiene minipuerta con pomo y todo, por un momento me siento Alicia en el país de las maravillas después de comerse una de esas curiosas chuches que dicen "Bite me", ¿seré un gigante apunto de sacar la cabeza por el techo de una seta?
Cuando llevo unas 4 horas y media me doy cuenta de que el profesor es una imitación del príncipe de beckelar, con su media melena rizada y su aire de latin lover desfasado. Se cruzan las profundidades de campo, las ópticas, los sprockets holes...
Salgo de clase y en el andén me espera Rosendo, en versión americana, cantando a grito pelao.  El vagón va lleno y todos estamos ojo avizor para reposar nuestro cansancio. No tengo suerte y hago todo el viaje de pie.
Ya en casa Carol me cuenta sus hazañas del día, ella solo tiene horario de mañana así que siempre termina antes que yo. Se ha comprado tres camisetas y ha perdido un jersey, no tiene muy claro que le salgan las cuentas.
Cenamos juntas y nos desplomamos en la cama. El miércoles me tocan 11 horas de clase así que necesito dormir, aunque al ponerme el despertador la dichosa alarma me dice que me quedan menos de 7 horas para que tenga que sonar.

martes, 6 de diciembre de 2011

dia 29 esta vez no odio la vuelta al cole

La mañana comienza rápida y coordinada, qué bien nos ha venido ensayar estos días. A las 10 ya estamos en la sede central de la escuela, donde por cierto también tengo mis clases, así que no tengo que ir hasta la w4, sino hasta Union Square, eso me ahorra unos minutos diarios. Hacemos cola para la inscripción y nos dan una carpeta que lleva nuestro nombre y nuestro horario dentro, casi me desmayo cuando lo veo.
Hacemos otra cola y nos sacan una foto, con bastante poco criterio o paciencia, yo salgo con los ojos cerrados, y nos dan nuestro carné, que es obligatorio llevar al cuello siempre que se está dentro de la escuela o se entra y se sale. 
Superado el trámite burocrático y con la satisfacción de ver que todos somos mayores nos vamos a la calle hasta las 2, que tenemos que volver para la charla de internacionales. 
Subimos al flatiron, que conocemos una tetería en uno de los lados de este edificio, con forma de quesito de Trivial, que es tranquila y tiene wifi. Carol aprovecha para memorizar la escena que tiene que hacer esta tarde, yo le doy la replica, es Up in the air, así que me hace ilusión hacer de George Clooney por un rato.
Volvemos a Union Square y nos metemos en el Whole Food a comprar comida preparada. Todo un lujo gourmet digno de restaurante de tenedores varios, aunque un poco caro, unos 9 dólares la libra. Como siempre calculamos mal al rellenar la caja y nos cuesta un mundo acabar con la comida, que por cierto te puedes comer en la planta de arriba del supermercado que está acondicionada para ello, con sus mesas a compartir y su stand de cubiertos de plástico. 
De vuelta a la escuela vamos al salón de actos todos los internacionales, que somos practicamente todos los de la escuela. La mezcla es curiosa entre los de acting y los filmmaking cubrimos el mapa del mundo, hasta hay gente de países que no sabía ni que existían. 
De 3 a 4 tengo libre, así que me voy a tomarme un café al Starbucks y a usar un poco Internet mientras tanto. Carol tiene su presentación de Acting y después se va toda la clase junta de la mano, en plan excursión de guardería, al metro para ir al edificio del SOHO, donde teóricamente yo tenía las clases.
Mi presentación es de 4 a 5, nos avisan que es duro, que durmamos, que no nos olvidemos de comer, que estresa, pero que podemos.... muy Obama: Yes, we can. 10 minutos de descanso que me dan para un cigarrillo, conocer a un chico de Iowa que va hacer el mismo curso de guión que yo en marzo, una chica de Perú que viene del mundo de la publi, y descubrir que hoy mi clase tiene lugar en el aula Hitchcook. 
2 y media de clase de dirección, con un mini descanso que se agradece, con el que es el tutor de mi curso y el profe de dirección, un personajillo divertido, que nos cuenta sus hazañas, sus clases con Scorsese, que le llega a Tim Robbins a los pezones... y que se le ha olvidado comprobar la talla de la camisa antes de ponérsela... a ratos me da miedo mirarla fijamente por si estalla un botón y me da en el ojo.
Hoy he aprendido que lo que nosostros llamamos plano americano aquí se llama plano cowboy, y que se impuso con el genero western para poder verle la cara y las pistoleras al actor a la vez. 
Salgo reventada a eso de las 7 y media. Carol está al otro lado de Union Square en el McDonalds, pasa a buscarme por la puerta y enfilamos rumbo a casa. Nos pisamos hablando, es el primer día que nos hemos separado. Caminamos un par de paradas de metro para que nos de el aire y subimos en la 38 destino a casa. 
Ya en Astoria, algo de compra, cena y estrés según voy haciéndome a la idea del horario de clases y de los rodajes.

domingo, 4 de diciembre de 2011

dia 28 las primeras sales

Toca día de reposo antes de empezar a correr la maratón. Se nos junta el desayuno con la comida y la hora de salida se retrasa hasta las 4. Patricia nos contó ayer que Filens tenía maxi rebajas porque cierran la tienda, así que nos hemos ido a la aventura de las rebajas. 
La tienda está en Union Square, al lado del Whole food, para quienes estáis por aquí, las tres plantas encima del DSW. 
En las tres plantas no cabe ni un alfiler más. Todo está a la venta, ropa de mujer, de hombre, de niño, zapatos, cosas para casa... incluso los muebles de la tienda, esos de los que cuelgan las cosas que se venden, se pueden comprar. Hay todo tipo de marcas y precios para todos los gustos, puedes salir con algo en el bolsillo de 2 o de 200, depende de ti. Yo me he llevado unos vaqueros, una bufanda, unos calcetines y unas new balance (a menos de un tercio de lo que cuestan en España), Carol se ha surtido bien de calcetines, que le hacían falta, tiene unos pantalones blancos nuevos, un jersey y unas bragas calzoncillo con adornos navideños. Esto nos ha llevado casi 3 horas. 
Hace días que veo que en algunos andenes de metro venden churros con minipuestos ambulantes. Hoy ha sido el día de probarlos. Qué sorpresa la mía después del primer bocado, por fuera es un churro al uso, con azúcar espolvoreado, si sólo lo ves tienes claro que va a ser lo mismo, solo que recto y más largo. Cuando lo muerdes te das cuenta de que si cierras los ojos y olvidas las forma te estás comiendo un pestiño. Dos por uno que no termina de tener definición.

Ahora estamos en casa desmayadas en el sofá, cansadas por casi un mes de paseos por la gran ciudad y con un millón de ilusiones puestas en mañana, que empieza nuestro segundo capítulo.

dia 27 llegando hasta la M

De vuelta a la biblioteca, ya casi somos abonadas. La secretaria de los cazafantamas nos lanza una silenciosa mirada cuando nos ve. Hoy cambiamos de sitio y de lado... el asiento 63 está ocupado, por un momento me ha molestado que me lo hayan robado, pero no me atrevo a protestar.
Las letras se suceden con las horas. Es curioso ver cómo aquí prácticamente todos los nombres son diferentes, América marca su propio estilo en todo lo que toca. 
Nos escapamos para comer. Fuera hace frío pero en la puerta de la biblio hay un montón de mesitas con sillas que te dejan mirar con cierta paz el estrés bullicioso que tiene lugar a escasos centímetros de distancia. Hoy estrenamos el momento taper estudioso, Carol macarrones con tomate, yo ensalada de macarrones. 
Volvemos al estudio, mi cuaderno crece hasta la letra m, así que podré mantener una conversación técnica en la que participen focos, gruas, cámaras, lentes, trípodes, micrófonos, planos, fotogramas... pero sólo hasta la M. Siempre me llega la frase demasiado tarde: "tendría que haber empezado antes". 
Nos vamos antes de que nos echen, que así nos quitamos la presión de la velocidad ultrasónica que nos barre los pies mientras desmonta el chiringuito. 
Cuando llegamos al barrio vamos a casa de Sana, qué ganas tenemos de decir: "nuestra casa", 10 días más. 
Tras un rato de charla animada sobre las dificultades del TOEFL quedamos con Patricia y Antonio en su casa. Una botella de vino después, salimos a la calle. Paseo rutinario para ver cómo avanza el concurso de cortilandias y de paso acaba cayendo una cajonera abandonada que se muda a vivir con la feliz pareja. 
Entramos en The Bld, un pub de la calle Ditmars, hoy toca Dj. Sana se une a la fiesta de los vecinos. La noche se va animando y nos lanzamos a bailar, dos autóctonas se nos unen. Antes de que la noche acabe ya nos han invitado a un cumpleaños en 15 días. Queda oficialmente inaugurada la Neighbour's Night.

día 26 comienza la cuenta atras

3 días para empezar las clases. Madrugamos y tardamos menos de una hora en salir de casa, desayunadas, vestidas y con termo de café con leche y la comida en un taper. Por fin lo hemos conseguido! Probamos el camino real, de la puerta de casa a la puerta de la escuela cronómetro en mano. Carol se baja en la 23, yo tengo que seguir, pasar la NYU y bajarme en Prince St, o sea Broadway con la 4W. Al salir del metro los carteles de la escuela ya me están vigilando. Un gusanillo me recorre el estómago. 
Unos 45 minutos de puerta a puerta + una hora entre levantarnos, ducharnos, desayunar y prepararnos el taper + unos 10 minutillos antes de clase para respirar y tomar unos tragos de café mentalizadores para la clase en inglés = 1 hora y 55 minutos. Lo que significa que hay que levantarse dos horas antes cada día. Aún no tenemos el horario definitivo pero sí tenemos los dedos cruzados para no tener que entrar en clase antes de las 9. 
Como es temprano, y la biblio abre a partir de las 10, adelantamos andando algunas paradas y nos cafeteamos de camino. 

Pasamos por casa instantáneamente, porque hay gente y tensión en el ambiente. Nos comemos unas lentejas de lata reapañadas y volvemos a nuestro nuevo punto de encuentro, el Apple Store y bajamos por la quinta persiguiendo las luces. El espíritu navideño arrastra a la gente que se multiplica de manera inexplicable. 
El árbol del Rockefeller es un poco timo, las mil luces rojas, verdes y azules hacen que parezca la interferencia de un televisor de tubo catódico, pero el espectáculo de luces que se proyecta en el edificio de enfrente es mágico. Es cada 15 minutos, dura más o menos un minuto, y merece su corta espera. 
Según oscurece la gente empuja más por las calles, parece que no cabemos todos a la vez. Bajamos hasta Times Square, que de noche es mucho más atrapante, diría incluso que deslumbra de más. 
Cogemos el metro y subimos al Upper West Side a despedir gente por primera vez. Los catalanes se marchan al sol de Miami, para después volver a las españas. Les vamos a echar de menos.