martes, 20 de diciembre de 2011

dia 34 la maratón de Papás Noeles

Esta ciudad, aunque tal vez sería más correcto decir este país, tiene muchas tradiciones curiosas dignas de ser publicadas en un libro titulado "Culto al frikismo". Hoy toca megaconcentración de gente disfrazada de Papá Noel u otros derivados navideños para ir dándole la bienvenida a este momento familiar patrocinado por Coca Cola. Si recayera en mi poder el otorgar el premio al más original se lo concedería al señor árbol, un chico enfundando en verde pino con luces de colores parpadeando alrededor de todo su cuerpo, sólo por la osadía al peso de electricidad estática que ha debido de acumular.

Toca segundo rodaje de continuidad. Esta vez comienzo la mañana jugando a piedra, papel o tijera con Aline para ver quién de las dos se somete al tercer grado de salir en pantalla. Dichosa tijera, por qué siempre elegiré mal. Vamos despacio, pero ya cogiendo ritmo, la cantidad de planos se recorta porque alguno ha durado más de la cuenta y sino no tenemos suficientes metros para todo. Es lo que tiene tirar en cine, que la tarjeta de memoria no da para tanto. 
La gente me mira raro, no me extraña, yo también lo haría, definitivamente actuar no es lo mío. Al menos se me cruza una ardilla que por fin se para a que le haga una foto.
Acabamos a tiempo para poder correr al otro lado de la plaza a comernos un par de trozos de pizza. 
Con el tomate aún entre los dientes corremos a la primera y única clase que tenemos de dirección de actores, algo bastante curioso teniendo en cuenta que hacemos un curso de dirección. Aún no termino de entender bien la estructura del curso que de promedio gana 5 a 1 foto frente a dirección... a lo mejor se equivocaron con el título que le pusieron. El profesor pregunta que si alguien sabe explicar el método Stalinlavsky y yo me lanzo a la piscina, contesto y añado que me parece horrible. La réplica del profesor es contundente: es el método con el que yo trabajo. Mi voz en off contesta: Raquel, ¿cuándo vas a aprender a callarte?
Por primera vez desde que empezamos las clases llego antes que Carol a casa. Subo los cinco pisos con la intención de poder estirarme en la cama a leer un rato. 
Sana me llama y quedo con ella en Martha's Bakery. Acabo sucumbiendo al momento chocolateado y mi cerebro es feliz ahora que le doy el azúcar que me pide.

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