sábado, 31 de diciembre de 2011

día 50 recogiendo a la primera visita

Llega la primera visita de las españas, José, un amigo de Carol, que pasará una semana con nosotras. Vamos a tener un chico en casa, así que tendremos que acordarnos, de nuevo, de cerrar la puerta del cuarto de baño. Le vamos a dejar la habitación de Carol y ella dormirá conmigo, como en los viejos tiempos, como hace quince días. El viaje hasta el aeropuerto es de las cosas más divertidas de tener una visita. Nos aventuramos a los 3 transbordos para hacer menos paradas en las peores fechas del año, que esta semana el metro funciona todos los días como si fuera sábado, lo que quiere decir que las esperas son de 15 minutos para arriba. 
En el segundo cambio cogemos la línea tumba express, nos inunda el pasado, parece que llevamos aquí mucho más tiempo del que en realidad llevamos. Es una sensación extraña.
Según nos adentramos en Brooklyn, hacia el JFK, la ciudad se vuelve más residencial, se multiplican las viviendas unifamiliares que se respetan el espacio y se separan. 
El vagón va lleno de maletas y vuelven a invadirme las ganas de viajar, quiero conocer la USA red neck, los estados del centro, las granjas de maíz, ese mundo oscuro y luminoso que se esconde tras el gran fantasma de la fake América de Nueva York.
La estación de Howard Beach, donde enlaza el Airtrain que lleva al JFK, da cierto susto, creo que no les cabe una cámara más. Más que protegido te sientes ultraobservado, Hitchcock podría haber rodado aquí la segunda parte de la ventana indiscreta: "la estación de metro cotilla".
Me quedo a mitad del camino de vuelta, paso por la escuela para recoger los rollos que deje para revelar y el supertelecine peludo. Llueve a mares, pasear se hace muy incomodo, el viento vuelve a hacer imposible descifrar por donde te van a dar las gotas.

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