jueves, 29 de diciembre de 2011

día 45 al solecito de la playa

A las 8 en punto, como tres relojes, Carol, Aline y yo comenzamos a trabajar. El día acompaña, al principio hace frío pero, como si nos quisiera echar una mano, el sol se decide a calentar. 
En dos días la obras han avanzado mucho, ya casi no queda rastro del graffiti, y las excavadoras y sus hermanas pequeñas, las furgonetas, se multiplican por el paseo que separa el metro del Luna Park.
Avanzamos rápido y me da tiempo a tirar varios planos en los cuatro cartuchos que tengo. Primero los alrededores del parque, después el paseo, nos metemos sigilosos en la playa y salimos para acabar con los planos detalle de las atracciones. Me cuesta darle indicaciones a Carol porque en realidad tengo postales en mi cabeza. Espero que funcionen.
Antes de las doce y media tenemos el trabajo listo. El sol está alto, nos permitimos hasta quitarnos el abrigo y decidimos hacernos una excursión al Nathans para comer en la playa. Yo repito menú de fish and chips al estilo Coney Island y me vuelve a sentar igual de bien que el primer día. 
En el paseo hay quien aprovecha mejor el sol, como si se tratara de una auténtica tarde de verano, con música a todo trapo y cerveza disfrazada. Dato a recordar a los que queráis pasear por las américas: está prohibido beber alcohol en la calle.
Cuando el frío amenaza huimos hacia la escuela. Aline compra unos rollos para el rodaje de mañana y yo dejo los míos para revelar. Nos repartimos el equipo entre las dos y cada uno se va a su casa. Es temprano pero el día ya ha sido largo.
Cuando conseguimos llegar a casa ya estamos muertas. Sana nos prepara una cena deliciosa, col rellena de carne y cebolla, algo muy típico de su país, Argelia. Le tendré que pedir que me lo escriba porque ya no me acuerdo de cómo se dice.
Nos bebemos un té en mi habitación y caemos redondas en la cama.

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