Empezamos la mañana rodando el primer
ejercicio de clase, a las 8 de la mañana en la puerta del cole, lo que
quiere decir a las 6 en pie. Odio madrugar más que nunca. En mi grupo
somos cuatro, lo que quiere decir 4 directores y el resto rotamos en
posiciones. La parte buena es que me ha tocado ser la directora 4 así
que aún me queda algo de tiempo para pensar, todo un lujo teniendo en
cuenta que sales de clase ya con el cerebro exprimido y con ganas de
dormir.
Recogemos material, nos
escanean el código de barras de nuestras tarjetas colgantes, chequeamos
cámara, vemos qué se va rodar... Hoy tenemos la suerte de contar con
Carol y Jo, una chica de su clase, que tienen el día libre, lo que
quiere decir que dos de los directores número 1 tienen la oportunidad de
trabajar con actrices. Jo se queda en mi equipo y Carol se va con otro.
Rodar
en Union Square un ejercicio de continuidad, teniendo en cuenta que no
para de pasar gente alrededor, que hoy toca mercadillo de granjeros y
que somos unos 8 equipos rodando a la vez en la misma localización hace
que trabajar sea un tanto complicado. Si le sumas que la experiencia de
la gente en rodaje es un tanto dispar, la ecuación resulta un poco
surrealista. Nos cuesta comenzar, en clase no han explicado mucho cómo
funciona un rodaje, qué es un plan de rodaje, una planta de cámara... en
fin esas cosas que hacen que un rodaje fluya y no se atropelle.
Simplemente han lanzado a la gente al vacío a rodar un ejercicio en 4
horas y media, con dos rollos de 30 metros de 16mm por cabeza. En
resumen 5 set up y un plano cámara en mano, usamos el tiempo hasta el
último segundo y devolvemos el material a la escuela. Es cansado, hace
días que no dormimos, el equipo nos pesa más de lo que pesa y nos queda
una media hora para comer.
Corremos
al Whole Food de la plaza, un sitio de comida preparada, bastante buena,
que Carol y yo ya habíamos probado y nos comemos nuestra caja de cartón
en el piso de arriba. Carol me cuenta sus esperas entre planos en las
que le ha dado tiempo a ligar con Gregory, un barrendero cincuentón, que
le ha dado su número pensando que era una actriz famosa.
Volvemos
con la lengua fuera para otras 5 horas de entretenimiento soporífero
con míster Napolitano. Después de pegarse durante 20 minutos con un
proyector Eiki, que sólo le recordaba que le estaba tratando mal,
conseguimos ver los test de cámara. Nos dividen en aulas y nos dan un
maletín de la Barbie por grupo para que montemos set y rodemos. No me
termina de convencer el grupo y no me involucro demasiado, no he venido a
pelearme por tocar un flexo de Ikea cuando ya he encendido un HMI. Al
terminar soy aún más consciente de la suerte que tengo con mi equipo, el
George Lucy Team, no me preguntéis de dónde sale el nombre porque aún
ni lo he entendido.
Termino reventada y corro a casa, mañana a las 6 tengo que estar de nuevo en pie.
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