viernes, 13 de abril de 2012

día 146 adiós Queens, hola Brooklyn

No puedo entrar en la habitación hasta por la noche, al anterior inquilino no vienen a buscarle hasta entonces. El misterio continúa. Me siento dentro de una peli de Hitchcock. ¿A lo mejor no hay nada detrás de la puerta?

Yo disimulo en Queens, total, no hay nadie. Creo que el espárrago lo ha hecho aposta. Necesito que ella aparezca para poder salir, si no tengo llaves hay que dejar la puerta de la casa abierta, porque aquí las puertas no se cierran solas cuando tiras de ellas como en España, otro escalón atrás en la evolución. En cualquier caso me viene bien. 

Ya no tengo nada de comida que Papá Noel la entrego ayer, así que bajo a la calle y me compro una sopa y un bagel en el Brooklyn Bagel en honor a Carol y su family. Me siento en el sofá y me pongo al día con Walking Dead. Creo que me gustaba más la primera temporada.

A eso de las seis aparece el espárrago. Recojo lo que me queda en el baño, el detergente y los pingos varios sueltos. Me despido mentalmente de las dos habitaciones. Saco las llaves del llavero. Las junto con las de Carol. Dejo dinero para los gastos del mes encima de la mesa de la cocina. Me da tiempo a que se haga de noche. Llamo a la puerta del espárrago. Sale sin hablar. Le digo adiós y buena suerte y me contesta cerrándome la puerta en las narices. Fin de la película. Adiós Queens.

Paseo pesada hasta el metro, no sé por qué ayer me tuve que olvidar de tantas cosas. La bolsa de Ikea va hasta arriba. Hora y media de metro y estoy en mi nuevo barrio. Entro a mi nueva casa. Aún no puedo entrar a mi nuevo cuarto. Hitchcock me habla en la oreja.

Me siento en el sofá del salón a ver unos episodios de Big Bang Theory en la tele. Fred se me acerca, creo que quiere ser mi amiga.

Pasan más de dos horas hasta que el chico termina de sacar sus cosas y me da mi copia de las llaves. 

La habitación es canijilla, cosa que esperaba, con una ventana a la habitación de al lado, pero no la puedo abrir, con una litera con mesa debajo y un par de muebles más. No está mal.

Mike, el ocupante de la casa y el que tiene el contrato, me ayuda a limpiar el caos que me ha dejado de recuerdo el anterior. Sacamos dos bolsas de basura. Es tarde pero estoy aún despierta, así que deshago todas las maletas. Cuando me doy cuenta son casi las dos de la mañana, estoy muerta y mañana entro a las nueve. 

No tengo sábanas, ni manta, ni almohada. Mike me había dicho que tenía de todo. A estas alturas se da cuenta de que sólo tiene sábana para prestarme. Me subo a la litera en plan indigente de interrail. Me tapo con la manta del avión, que seguro que nunca pensó que iba a trabajar tanto, y me hago una almohada con un jersey.  Al rato la cosa se enfría y tiro del plumas. 

Mañana tengo que comprar un edredón y una almohada.

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