miércoles, 18 de abril de 2012

día 151 a la sombra del puente

Jalalu llega tarde, pero el día de hoy es relajado, no pasa nada. Ha dormido considerablemente menos que nosotras y mucho menos de lo que nos habría gustado que durmiera. Le cuesta arrancar.
Rodamos en el parque del puente de Brooklyn, junto a la noria. Un hombre con su batería y una mujer con su saxo se acoplan a nuestra legalidad de tocar. Los tres hacen una buena combinación. Un guardia de seguridad viene y nos pide los papeles. Todo está en regla, salvo porque estamos colocados en un sitio para el que no es nuestro permiso, tendríamos que estar al otro lado del puente. Como no nos queda mucho rato decidimos acabar aquí el rodaje. 

Vamos a comer. Aline nos lleva a un sitio que a primera vista tiene muy buen aspecto. Un espacio diáfano, grande, lleno de sol y de mesas vacías. Nos hacen esperar más de tres cuartos de hora para darnos mesa, aunque el restaurante no ocupa ni la mitad de su aforo. La comida tarda en llegar otra media hora. La hamburguesa habría estado mucho más rica si no hubiéramos tenido que esperar por los siglos de los siglos a olerla. 

Hacemos algún plano más en la calle, de camino al metro y damos por finalizado el día.

Cuando llego a casa me enfrento a la aventura de descubrir dónde está la laundry, que con saber que está en el sótano no tengo ni para empezar. El paseo a lo Dora la exploradora me da de sí casi un cuarto de hora por el laberinto de pasillos blancos y techos altos, llenos de señales rojas de exit por todas partes. Al final doy con ella. Me estudio el sistema, que pasa por comprar una tarjeta con un chip, que luego hay que meter en la lavadora y la secadora respectivamente para que el susodicho aparato arranque. Subo a casa, con el ascensor, que ahora, por fin, vivo en un piso en el que hay de todo, relleno la bolsa de Ikea con la ropa sucia, el jabón, una botella de agua y un libro, y vuelvo a coger el ascensor. Aquí no hace falta que me quede, pero como es el primer día me hace hasta ilusión, y de paso me siento un poco, que me viene bien. 

Una hora y diez minutos en Sunset Park con Paul Auster oyendo la lavadora girar.

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