
Hago la primera parte del recorrido en metro, línea G hasta Bergen, estación en la que tengo que salir a la calle y cruzar de acera para cambiar de anden. Aprovecho ese momento para buscar un sitio donde desayunar.
Los huevos están ricos, pero empiezo a notar que Brooklyn es más caro que Queens.
Primera clase superada, las historias crecen solas. Salimos a comer. Aprovechamos para trabajar un poco más en cosas del rodaje. Volvemos con las pilas cargadas y la comida a medio digerir.

En casa intento trabajar pero a Fred, como a Berger, mi gato en España, no le gusta que use el ordenador. Es curioso cómo reclaman su momento de atención.
Espero que Berger no se ponga celoso. También espero que le pueda sentar bien tener amigos, porque a este paso me empiezo a ver como la loca de los gatos de los Simpson. Vieja, despeluchada y rodeada por un ejercito minino adicto a la leche.
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