martes, 10 de abril de 2012

día 137 arrancan las despedidas

Mañana de clases. Mis personajes se pierden en su propio abismo, los cabritos no me dejan hacer una comedia... de nuevo me salen rana y no quieren enfrentarse a sus vidas, de nuevo mienten y se mienten. Es lo que hay. No nací para hacer sonreír, creo que cuanto antes lo supere, antes podré ser feliz. 

Como con Aline. Vamos a L'annam, que hace tiempo que no nos alimentamos con un buen plato de comida vietnamita, pero está cerrado. Desandamos el camino y entramos en un restaurante asiático más grande, aunque más ruidoso. Me como unos calamares al más puro estilo madrileño, aunque con mayonesa de wasabi.
Subimos hasta el Flatiron y nos sentamos en una mesa a intentar trabajar un poco. El tiempo va cambiando con las horas y el sol que calentaba deja paso a un viento que enfría. Francesco nos manda la dirección del punto de encuentro para la cena de esta noche. La primera despedida de Carol. Es difícil juntarnos 11 en Manhattan en viernes. Aline y yo caminamos hasta allí para ver si existe la posibilidad.
El paseo es agradable y entretenido. El sitio en cuestión, situado en medio del High Line, tiene una cola que da la vuelta a la manzana así que seguimos nuestra búsqueda. 

Carol y la family están de paseo por el puente de Brooklyn. Me cuentan que el envoltorio de compresa que mi madre dejó un mes atrás sigue allí, atado, y que además ha creado tendencia y ahora se multiplican los envoltorios, variados, de plástico.

Encontramos un dinner al uso en el que podemos entrar todos a cenar, al final 9, Patricia y Antonio no bajan a Manhattan. La despedida se empieza a hacer presente y cuesta arriba. Carol dice adiós a la sección italiana de nuestra peculiar aventura. Me da pena, no lo puedo evitar. Sé que mi adiós está cerca también.

La aventura paralela del día:

Me contestan del piso del barrio gafapastas diciendo que han cogido a otro, me contestan del piso del barrio chungo diciendo que quieren que me mude. Parece que la partida ha terminado. El problema es que los del piso con jardín empiezan a bombardearme con mensajes. Al principio me hace gracia que me quieran incluir en sus planes... al final me acabo cansando de tantas cosas que quieren hacer conmigo, casi que me da un poco de miedo.

 Me escriben del barrio gafapastas diciendo que se ha echado para atrás el chico que cogía mi habitación y que si la quiero es mía, les digo que ya he dicho sí en otro sitio. Qué dilema. De nuevo la partida se ha reabierto. Los del otro piso me siguen mandando mensajes. Esta vez me hablan de los habitantes que rondaran en la casa las próximas semanas, amigos desconocidos que vienen de visita a la ciudad y de las megafiestas que pretenden preparar con happy ending en el jardín. Un poco de mambo puede sentar bien, pero creo que acabará siendo demasiado.

Escribo al piso gafapastas diciendo que a mí me ha pasado lo mismo que a ellos, que si la habitación sigue disponible me apunto al barco. Me contestan que aceptan marinero. Ahora sí que doy por concluida la partida. Me mudo a Brooklyn. Primer loft a mi calendario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario