martes, 27 de marzo de 2012

día 124 de cultura a deporte y tiro porque me toca

El despertador suena antes de que me apetezca escucharlo. Ducha, desayuno y nos vamos a la calle. En la esquina del edificio Acrópolis recogemos a Patricia y Antonio. Ponemos rumbo a la hispanic, un museo fundado por uno de los grandes magnates que creó esta ciudad gracias a su obsesión hacia lo español. El edificio por fuera intenta recordar a los nuestros con sus siglos de historia y sus altas columnatas, lo único es que aquí sabes que el polvo es atrezo y los años fingidos, pero merece la pena, cuenta con una colección amplia, un Goya te recibe en la puerta para que te quede claro que la cosa va en serio. 

Allí nos juntamos con Aline y Francesco que se apuntan a la charla sobre la colección de fotos de España que tienen, sacadas casi todas por Ruth, una mujer americana que se aventuró a cruzar nuestro mundo entre los años 20 y los 40. Lo malo es que no podemos ver sus fotos, sólo tienen archivos, no exponen, pero algo es algo. Es curioso oírles hablar de nuestro país, parece otro.

Comemos en la Perla, un dinner que hay al lado, que sirve brunch, esa cosa sofisticada que en realidad es un desayuno potente trasnochado. Como buenos mediterraneos estiramos la sobremesa todo lo que podemos.
Antonio tiene que ir a cubrir un partido de los Nets al Prudential. Creo que la conversación empieza por, ahí suele haber entradas baratas de última hora y termina yendo a Times Square a comprarlas.

Cruzamos de estado, por fin. Te subes a un metro y sin darte cuenta ya puedes usar un arma, existe la pena de muerte, el matrimonio gay no es legal... 

Salimos de la estación de Newark y se cumple la premonición de Antonio, parece que estamos en el piloto de Walking Dead. 

Las entradas que hemos conseguido están genial, en zona pseudo VIP, con baño al lado. Eran de 190 y nos han costado treinta y pico con las tasas. El partido no es lo más los Nets de New Jersey contra los Rockets de Houston, pero es NBA al fin al cabo. La yuxtaposición del circo romano elevado al mundo multimedia. La gente está más atenta a verse en la pantalla gigante, que a lo que pasa en la pista, aplauden más a las cheerleaders que a los jugadores. Cada vez que hay tiempo muerto sale la mascota, un zorro llamado Slay, y la minimascota, un mini zorro llamado mini Slay. Todo muy elaborado. Bailan también en el centro de la pista. Hacen un concurso de llevar bolas en palas de sacar pizza de un lado al otro del campo, sacar a niños a bailar, tiran camisetas con pistolas de aire comprimido, piden que la gente haga ruido y sacan un medidor, cuando el equipo contrario coge la pelota, los Rockets, meten insertos de música para despistarlos, rollo la familia Adams y cosas así.  No me da de sí el cerebro para tanto mejunje. Increíble, no tengo palabras para el derroche de showbusiness que tiene aquí lugar, a ratos hasta te olvidas de que esto en realidad va de baloncesto. 

Carol se lo disfruta, ella mira el partido, entiende las jugadas. Yo no puedo cerrar la boca. Mientras el hombre que vende pretzels no para de subir y bajar las escaleras con la caja colgando del cuello. 
Cuando acaba el partido Antonio nos informa que hemos presenciado una de las mejores jugadas de la temporada, aunque los Nets no hayan ganado. 

De vuelta a la estación, la población de walking deads ha aumentado.

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