martes, 20 de marzo de 2012

día 115 paseando por Harlem

Por la mañana sólo chispea y puedo volver a correr. Carol se anima a salir a la calle, ahora es ella la que lidia con los gérmenes. Como buena pareja nos lo pegamos todo. 
Subimos a la 110 para encontrarnos con Aline en Amarita, un pequeño café de madera a pocos metros del final de Central Parken el west side. Me sorprende lo ancha que se vuelve la ciudad por aquí. La posibilidad de luz es infinita. Charlamos mientras bebemos té. Pruebo las galletas de cacahuete, en este país o te vuelves adicto al señor mister fruto seco o lo detestas de por vida. Lamentablemente me he quedado con la primera opción. 
Después de dos horas aparecen Francesco y Dario. La sección italosuiza pasa a ganar a la española. La noche se apodera de nosotros. Caminamos en busca de cena y acabamos en harlem tavern, un sitio pintoresco, aunque un poco más caro de lo que esperábamos. Las hamburguesas están muy buenas, pero están pensadas para mandíbulas de caballos. Acabamos dividiéndonos entre quienes la comprimen con la esperanza de que se transforme en una compresa con alas y quienes se dan a la aventura de comer por capas. De paso nos bebemos un par de Stellas que sientan muy bien.

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