martes, 6 de marzo de 2012

día 103 en el paraíso de los gafapastas de barba pelirroja

El día avanza paseando por Williamsburg. Sabía que el barrio les iba a gustar. En cierta manera me recuerda a Malasaña, aunque tiene más de pose que de poso y los gafapastas que aquí habitan no se molestan ni en usar cristales.
Recorremos la avenida principal, Bedford, y nos dejamos perder entre sus tangentes. Escaparates, bicicletas, escaleras, artistas, artistillas, color, vintage, vinilos, restaurantes, gatos, mercadillos callejeros.

Después de comer intentamos encontrar el río desde algún sitio en el que se pueda disfrutar de él. Descubrimos un parque con playa, todo un lujo para ver anochecer cuando el sol, aún tímido, intenta calentar algo.
Caminamos río abajo, a la izquierda los puentes y su metal, enfrente los edificios y su cemento. Paramos en el embarcadero. Javier nos sorprende anunciando que quiere coger el barco para cruzar a Manhattan. Sacamos los billetes en la máquina expendedora y esperamos tres siglos, congelándonos poco a poco y riéndonos mucho mientras pasamos de cómo ser vagabundos a cómo trabajar en la planta 70.
El viaje es corto, pero la grandeza de la isla acompaña. El Empire reluce por encima de todos.
Ya al otro lado, en el finisterre de la 34 arranca sutilmente a llover. Tras una discreta visita al cuarto de baño, que implica beberse un café, subimos rápidos hasta el metro. Nos bajamos en la quinta y ya a oscuras damos el último paseo del día.

1 comentario:

  1. ooh, I don't understand spanish but I'm traveling in your pictures, even if I'm there too... and this one with the drawing is soo great

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