martes, 6 de marzo de 2012

día 104 tarde de goyas

La mañana vuelve a proclamarse libre. Javier me acompaña a correr por el río. Cada vez me sienta mejor despejar las piernas. 
A la vuelta, ellos se van de paseo por Queens, el mundo griego les gusta. Carol y yo nos quedamos en casa, cada una currando en su ordenador. 
A la hora de comer nos volvemos a juntar, en breve empieza la gala de los Goya. En casa hace siglos que se impuso la tradición de la quiniela, normalmente nos juntamos unos veinte, un par de mesas de canapés y varios litros de cerveza bien fríos. El que más premios acierte se lleva el dinero. La inmensa mayoría se despista en sus conversaciones, yo intento poner silencio de vez en cuando, acercándome cada vez más al televisor y subiendo sutilmente el volumen. 
Somos pocos, pero en Nueva York, pinchados a televisión española por Internet. A mitad de la gala viene Patricia con mil muffins para la ocasión.

Este año me los disfruto como nunca, sobre todo el premio a Michel Gaztambide que no sólo se ha llevado un reconocimiento a lo gran guionista que es, sino que ha tenido el detalle de recordar a los que vienen detrás, a los que están llegando, a sus alumnos. Desde mi pequeña esquinita me he sentido orgullosa de haber sido una de sus alumnas, de haber descubierto el mundo del guión a través de sus ojos. Gracias Michel, por todo.

Para cerrar el día nos bajamos al parque de Astoria, a pasear viendo las luces nocturnas. 


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