Más guiones, hoy Garret y el mundo OCD y Elvar y la lucha del metal. El día está de lo más entretenido. Qué ganas tengo de poderme sentar a ver todas las películas que estamos leyendo.
Después de clase corro a casa, me quedan unos diez minutos que distribuyo en darme una ducha, cambiarme de ropa, que hoy ha hecho más calor del que esperaba, y salir corriendo al metro de nuevo.
Noche de concierto en el Carnegie Hall. Lo he visto tantas veces en las películas, tan grande y tan bien filmado que en persona pierde parte de su misterioso encanto. La velada es divertida. Los músicos muy buenos y elocuentes. La compañía, la ideal para la noche. El final, con la versión de I will survive, todo un regalo.
Bajamos los dos caminando y compartiendo sueños de la 57 a la 22. La noche es agradable, hace calor pero corre brisa y la ciudad está tranquila.
Buscamos un sitio en el comer algo y acabamos en Big Daddy's Burger, dentro de Pulp Fiction, aunque no hay concurso de baile, no somos John Travolta ni Uma Thurman y nuestra camarera parece más bien la hermana pequeña de M.A. Yo me como la Dude Burger y me siento un poco más Lewosky. Nacho se come los Hunka Hunka Burning Love pancakes mezclándolos, muy de Elvis, con cerveza. La comida está muy buena, sin duda merece la pena la visita, aunque sólo sea por el tiempo que le han dedicado a hacer el menú.
La noche continúa en una fiesta a la que nos ha invitado Elly, en un super apartamento loft en Park Avenue. Hay camareros sirviendo las bebidas, un Grammy apoyado en la estantería, un piano de cola en medio del salón. No sé dónde mirar. Alguien me dice que el hijo de John Lennon está en alguna parte entre el tumulto, pero las tres terrazas con vistas al Flat Iron ganan la batalla de la curiosidad. Por un instante me siento dentro de una de esas fiestas a las que van los intelectuales de las películas de Woody Allen, aunque aquí las conversaciones no suenan tan interesantes como en la ficción.
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