
Cruzo de acera y me compro comida en el restaurante coreano que se esconde debajo del café 232. Es coreana la comida, son coreanos los camareros, es coreana la música, son coreanos los clientes... creo que desentono.
Llegan tres cartas de España. Qué bonito es recibir correo del de antes, del que se toca y huele, del que se puede abrir, cerrar y doblar, del que se puede releer en cualquier momento y en cualquier lugar.
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