jueves, 3 de mayo de 2012

día 167 en la espiral

Cuando lo que escribes empieza a tener vida propia te desligas de la vida real y te limitas a relacionarte con la ficción. El mundo empieza y acaba en la pantalla de tu ordenador, tus personajes se convierten en tus amigos, tu familia, tus confidentes y tú, sin darte cuenta, en un antisocial. Lo peor de todo, por lo menos para mí, es que no soy consciente de las horas que me paso encerrada en la habitación, con el culo apoyado en la silla y los ojos clavados en el brillo que me devuelve la pantalla y, sin embargo, disfruto como una niña pequeña que juega con sus muñecas. 

Fred se pasea y me maulla, pero mi cabeza está en otro sitio, está hablando con Jane, con Amanda, con Daniel, con John. Está ocupada en si les da permiso o no para hacer lo que quieren. Es curioso ser consciente de estar solo en una habitación y sentirte tan acompañado a la vez.


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