miércoles, 1 de febrero de 2012

día 73 inventandome parientes

De nuevo rodamos en Harlem, esta vez toca conocer otra vertiente, más al oeste, frente a Riverside Drive. Se trata del Trinity Cementery, elegante y curioso, ya que está a pie de calle en medio de la ciudad. Sabíamos que podía ser complicado trabajar aquí, pero hemos alcanzado un nivel de confianza suprema que nos creernos inmortales, tal vez en parte empecemos a serlo. 
Entramos discretas y rápidas, Luona, Aline y yo. Hablamos en susurros para no levantar sospechas. Aline monta la cámara escondida en una esquina. Despliego sigilosa el trípode, pero antes de que la última pata esté abierta un guardia de seguridad montado en una camioneta nos llama. 
Me acerco tranquila con mi mejor sonrisa. Me facilita la vida que el tipo sea latino, soy más rápida pensando en castellano, así que antes si quiera de que me de cuenta ya le estoy explicando que hemos venido desde lejos a sacar una foto de la tumba de un familiar. El hombre me mira y apaga el motor. Sale relajado, como quien está en su caso, lo cual parece su caso, me dice que tengo que ir a la oficina y enseñar mi documentación. Echo un vistazo rápido a los nombres que hay en plano, ningún García, no sé por qué no me sorprendo. Le explico que recojo el material y ahora paso por la oficina, que si se puede ir acercando él enseguida voy con mi DNI, me contesta que no hace falta que lo quite, que si es todo correcto me dan el permiso. Yo insisto en no molestar y recoger, quedo de educada y él se dirige caminando a la oficina. Yo camino gritando en silencio, mascullando dónde podemos encontrar otro cementerio cerca para rodar los planos que faltan. Alargamos el tiempo, no se tarda tanto en guardar un trípode en una funda. Tengo una esperanza absurda que al final se cumple. Cuando el disimulo se empieza a pasar de castaño oscuro el hombre aparece caminando, me pega un grito desde la puerta de la camioneta y me dice que en la oficina le han dicho que puedo sacar la foto, pero que no tarde mucho. Respiramos. Nos damos al cine de batalla en su más puro estilo y antes de irnos nos rascamos cinco planos. Me alegro de que el corto de Aline tenga final, pero la batalla no está aún ganada. 
El segundo episodio se llama coger un autobús de los que van al centro y grabar dentro, con el acople del hombro o la metralleta cargada, depende de como se coja.
Esperamos un poco en la parada, nos subimos como si la película no fuera con nosotras, Luona se sienta en un lateral, yo me quedo en medio para que el conductor no nos vea mucho y Aline graba durante medio recorrido de la línea. Los planos de Luana están acabados. Ya somos unas profesionales del cine ilegal.

Cenamos con Patricia y Antonio, en una de estas noches de españoles expatriados que te hacen sentirte cerca de casa. Se me cae la cabeza, antes de quedarme dormida pegada en el sofá de sky azul de su salón, le digo a Carol que necesito retirarme a mis aposentos.
Hemos quedado para darnos un homenaje de japo la semana que viene.

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