sábado, 11 de febrero de 2012

día 79 una de teatro

Paso la mañana montando, de nuevo encerrada en el sótano de la tercera planta que nos convierte en gallinas incubadoras, sin saber si es de día o de noche, sin conciencia del tiempo y del espacio. En algún render me escapo, bajo las escaleras corriendo, como si tuviera de nuevo 5 años y fuera en busca de los regalos de reyes. Salgo a la calle siempre con cierto miedo de descubrir que el mundo exterior ha desaparecido, pero siempre sigue ahí, inalterable, con su ruido y sus prisas. 

Carol me escribe, tenemos entradas para el teatro esta noche. Ella tiene ensayo. Yo me voy de paseo, de la 17 a la 49. El sol, que no calienta, hace entretenido el caminar. La Quinta Avenida ya me resulta casi tan familiar como la Gran Vía de Madrid.  

Cuando la luz me abandona y el viento me recuerda que es invierno, decido entrar en un McDonald a pasar el rato. Estos establecimientos aquí no tienen desperdicio. Generalmente suponen el refugio del reino de los unos, que a veces se deciden a no estar solos y se agrupan por mesas sin ton ni son. La gente sin hogar o sin ganas de ir al que sí tienen le dan un aspecto de comedor social digno de admiración. Muchos duermen sobre las mesas, otros multiplican los segundos a sorbos de un horripilante café. Siempre hay algo que hacer para no hacer nada. A mí me gusta sentarme, lo más centrada posible, en este escenario del surrealismo. Me regala momentos curiosos, personajes que invento que conozco, me siento menos hormiga perdida y más ciudadana de un mundo a la deriva. Creo que aquí dentro nadie tenemos norte y eso, en cierta manera, nos une. 
Carol me llama, me recuerda que no estoy tan sola como creo y me voy a recogerla, que está ya junto al teatro.
En la puerta nos encontramos también con Jo y dos de sus profesores. Es increíble cómo cambian las cosas de un programa a otro en la misma escuela, a nosotros casi nos cobran hasta el papel del baño y a ellos les regalan entradas para ir a ver espectáculos. Las de hoy las agradecemos por partida doble, porque le han dado para ella y para mí y entrar a la obra supone unos 85 dólares por cabeza.

La disfrutamos. 





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