viernes, 17 de febrero de 2012

día 95 superheroes contra bedbugs

Hoy día jaleoso... viene Míster Exterminator!!! Así que toca zafarrancho de recogida. Todos los muebles amontonados en el centro de cada habitación, todas las cosas dentro de bolsas de plástico bien atadas, montones, que hoy no me gustan tanto como de costumbre, por todas partes. Toda la tecnología desmontada y empaquetada por partida doble. 
Antes de las 12 de la mañana hemos acabado, pero míster Exterminator llega tarde, pienso en hacerme la Lois Lane y saltar por la ventana para reclamar que Superman llegue antes, pero no sé con seguridad que nuestro sacrificador de Bedbugs tenga tanto interés en nosotras, así que seguimos esperando. Más de dos horas después, mirando la pared y con las tripas gritando, decidimos abandonar el hogar e ir a comer al restaurante que está enfrente de casa. Cogiendo mesa en la ventana podemos vigilar cuando llegue el derivado de los cazafantasmas.

El tipo pasa unos 20 minutos dentro de casa esparciendo su liquiducho por las paredes. No podemos entrar en las próximas 3 ó 4 horas por el olor. Aprovechamos para cumplir un sueño, compramos entradas para ver a Aretha Franklin en el Radio City Music Hall, eso sí, estamos más o menos en la última fila, pero Carol dice que como está un poco gorda no habrá problemas. 

Contentas nos metemos en el metro, decidimos hacer otra cosa que nos ronda la cabeza hace siglos, ir a ver el museo del cine, que está en Queens a tres paradas de casa. No es muy grande pero tiene sus cosas curiosas, descubrimos que Robin Williams es más enano de lo que creíamos, vemos el jersey de Bill Cosby y los flamantes trajes de Miami Vice, los planos para construir la cárcel de El silencio de los corderos... Aunque lo que más ilusión nos hace es encontrarnos con la exposición temporal de Jim Henson, que nos permite ver a Epi y Blas (Ernie y Bert en realidad) los de la tele, los muñecos de verdad, que son casi tan grandes como nosotras, tambien hay un par de Fraggel Rocks, la rana Gustavo, Peggy... 
Recuperamos la infancia y nos ilusionamos más que los niños que tenemos alrededor.

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