domingo, 12 de febrero de 2012

día 81 cena y palomitas

La rutina se multiplica. Otro día montando. Me siento lenta y pesada. No veo nada claro. Estoy encerrada. Me hace falta gritar. Quiero ver la luz. ¿Me acuerdo de respirar? 
Me fugo a la calle, como con Aline y recupero un momento de equilibrio, mi diálogo ya no suena tanto a besugo.
Me voy a la ocho a recoger el resultado de la Lomokino, pero aún no está. Tengo que esperar dos horas, no me puedo ir a casa porque me daría tiempo a tocar la pared de mi habitación, decir "por mí y por todos mis compañeros" y tendría que volver a salir hacia aquí. 
Decido quedarme en una cafetería que hay cerca de la tienda, en la misma calle. Saco el libro que compré ayer y compruebo que vivo en una ciudad paralela, me pregunto cuántas ciudades tiene esta ciudad y la duda me da de sí un té con leche y una muffin de arándanos.
Cuando recojo los rollos me cabreo, los han cortado, el escaneado está a tan mínima resolución que puedes contar los píxeles de cada fotograma con una mano y un pie. Eso sí, cobrar me han cobrado por un cuadro de Dalí plagado de detalles.
Quedo con Antonio y con Carol en la Sexta Avenida, yo ando hacia arriba, ellos hacia abajo, donde nos encontremos nos encontramos. 
Esta noche volvemos a tener cena de españoles desahuciados, con película y palomitas de postre en el Acrópolis, ese edificio de ladrillos blancos que siempre nos trae infinitos recuerdos en fila india.

Me gusta la familia que nos hemos construido entre los cuatro

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