viernes, 6 de enero de 2012

día 52 turismo congelado

Salimos temprano con Jose. La intención es seguir el río desde el puente de Queensboro hasta el de Brooklyn. Ya salimos con la mosca detrás de la oreja, Jose dice que en el plano parece cerca, a mí me parece más largo que el camino de Santiago.
La Primera Avenida a esta altura es preciosa, son todo casas de diplomáticos, con su jardín privado con vistas al East River. En la puerta esperan los coches con sus chófers sentados, que desde la tranquilidad de su burbuja nos saludan. Carol ha descubierto que quiere que sea su barrio. Yo creo que con suerte podemos venir a limpiar alguna alfombrilla. El frío va subiendo y mezclado con la humedad hace difícil aventurarse a sacar los dedos del guante para hacer una foto.
Seguimos la primera, a ratos paramos para ver el río que tiene un ancho espectacular y un color verdoso sospechoso. 
La ONU es curiosa, con su colección de banderas trinchadas en la puerta, con su cola de turistas, con sus carteles de prohibidos los líquidos. 
No entramos, pero algún día lo haré que aquí te dejan sacarte sellos con tu cara, que sirven igual que los de verdad.
El frío es tan mortal que decidimos parar a tomar una sopa y recuperar el aliento. La htc nos informa: sensación térmica -15 grados. 
Recuperado el aliento retomamos el camino, ellos convencidos de llegar andando al puente de Brooklyn, yo convencida de que si llegamos será de madrugada. 
La Primera Avenida va perdiendo su glamour y de repente podemos rodar urgencias. Diez hospitales en fila india, cada cual más alto. Un laberinto lleno de ambulancias, sillas de ruedas, camillas. No resulta muy turística la zona, pero sí es curiosa.
Llegados a este punto, viendo fuentes congeladas, y que en el plano no hemos avanzado ni la mitad de la distancia entre el puente de Queensboro y el de Williamsburg, lo que quiere decir que aún nos quedan tres puentes para llegar al de Brooklyn, decidimos coger el metro para poder llegar a verlo con luz. 
Cruzamos el puente andando, al principio haciendo mil fotos, pero la mano se va congelando por el camino. Aviso para navegantes: mejor caminar por el puente un día que no haya mucho viento, y a ser posible que tan poco haga mucho frío.
Ya en Brooklyn volvemos a necesitar algo caliente. Por fin me decido a probar la hot apple cider, el caso es que está buena, más que a sidra sabe a relleno de pastel de manzana, a lo alemán con su canela y todo. Da la sensación de que calienta más que el Neskuik, al menos tarda un poco más enfriarse.

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