martes, 15 de noviembre de 2011

dia 8 de mudanza

A las 7 en pie, las maletas pesan más que hace una semana. La conexión Brooklyn Queens es casi imposible, no sé por qué estos dos barrios son marginales entre ellos, casi obligatorio pisar Manhattan. Menos mal que contamos con la ayuda de Olga y Enric. Carol lleva dos maletas y una mochila, yo una maleta a la que le falta una rueda y otra que va camino de la extinción y una mochila. El metro va lleno aunque ya no es hora punta cuando subimos en la línea S camino de Prospect Park para cambiarnos a la Q o la N, que nos traen directas a Astoria Ditmars.

Cuando llegamos a la casa Burak, nuestro nuevo casero, no está. Dejamos nuestro gipsy chiringuito en una esquina junto a la casa y esperamos, hay unos cuervos al acecho que pían mientras les invadimos su patio. Voy a por unos cafés take away. Expreso por favor- me digo a mí misma cruzando los dedos y soñando con un café de verdad. Las cosas se ven mejor, hasta la espera parece más corta. Pasado un rato podemos entrar y dejar nuestras cosas en la quinta planta, sin ascensor. No entiendo como en una ciudad tan moderna aun no se han inventado los cubos de basura ni los ascensores. Sí entiendo que el brazo derecho aun me duele horrores.

Con los deberes resueltos y un par de juegos de llaves encima volvemos al metro, linea amarilla a Times Square, el paraíso del neón. Lo he visto tan grandioso en el cine que me parece casi insignificante en directo, aunque según camino me va atrapando.
Curioso el punto de que tenga gradas para que te puedas sentar simplemente a mirar el rato pasar. No defrauda el movimiento, la gente disfrazada dando descuentos para musicales, de todo en cartel, incluida la familia Adams. Parece que el tiempo no pasa y sin embargo hace más de 6 horas que estamos en la calle. Vamos a comer a un buffet libre asiático. Dos galletas de la fortuna de postre: "Your life is like a kaleidoscope" y "Fate loves the fearless", no está mal para empezar.
Pasamos por Drama Book Store y sucumbo al vicio, me llevo Story de McKee, para ir practicando, y un diccionario de términos de cine, para no perderme en clase.

Llegamos hasta Bryan Park, con su pista de patinaje gratuita con vistas a la biblioteca nacional. El Crisler preside la ciudad desde cada esquina.
Seguimos hacia la quinta avenida, empiezan a aparecer los escaparates navideños y se multiplican las tiendas en las que te atienden dependientes semidesnudos y ultramusculados, o modelos de pasarelas venidas a menos. Acabamos en Central Park, visita obligada si te encuentras por la zona.

Queens me gusta cada vez más. Cenamos en el nuevo hogar, con Nary, nuestra nueva roommate, una coreana supermona que comparte con nosotras su lasaña. El inglés fluye cada vez más natural. Cheers from Astoria Ditmars

No hay comentarios:

Publicar un comentario