miércoles, 9 de noviembre de 2011

dia 2 (segunda parte) quien dijo nieve?

La escuela es el regalo del día. Todos sonrientes, hablando a toda castaña. Me he sorprendido a mi misma entendiendo casi todo. Sólo me falta dirección para poder formalizar todos mis papeles e incluso abrirme una cuenta de banco yanky... sólo... como si fuera un sólo alcanzable fácil.
De aquí al paseo por la zona, instantes de turisteo que alegran el alma, la vista y los sueños.
El calor va aumentando. Las terrazas se multiplican a medida que subimos isla arriba. A la mínima sombra que puede proyectar el Flatiron, con un par de tés con leche nos sentamos a intentar chupar el wifi abierto que esta ciudad ofrece esquina si, esquina no de manera intermitente y cortada.

Visita obligatoria a tienda de móviles en busca de tarjeta prepago. Tenemos que llevarnos también un teléfono. Ahora, aparte de dos HTC y un iPhone, tenemos uno que parece de juguete de los chinos con una pantalla tan pequeña que apenas puedes leer los mensajes (9,99$ el teléfono + 25$ de saldo en llamadas)

El sol sube, de fogosidad y altura. Manga corta en la ciudad que cortó el trafico aéreo por nieve hace unos días, y yo pensaba que Cuba era una ciudad de contrastes. Empezamos ronda de llamadas a pisos y me vuelvo a sorprender por ser capaz también de mantener una conversación telefónica en inglés en la que negocio condiciones. Se acabó el descanso del guerrero. Caminata de nuevo hasta el metro, esta vez en dirección contraria, en vez de Laffayet arriba Broadway abajo hasta el memorial del 11S para volver a coger el metro, ese gran aliado de la vida moderna newyorkina. Al salir en el barrio compramos una ensalada de pasta, en la sección de comida preparada del super, porque apenas tenemos tiempo antes de empezar a ver pisos. Tres pinchadas (con un horroroso supersabor a pimienta mortalcombat y aceite de... si alguien lo identifica tiene premio)
Nos cruzamos medio Brooklyn andando para conocer a Marlen y la primera tanda de intento de pisos para tres (idea en vías de extinción)

Andar, mirar, discutir, negociar. Marlene muy maja ella, en el tercer piso que entramos a mirar, sin mediar palabra, bajándose los pantalones de camino al baño, desaparece tras la puerta. El siguiente que nos intenta enseñar ya está alquilado y sale el nuevo propietario de dentro, chucho en mano a ver que es lo que queremos metiendo una llave. En fin curioso esto de los alquileres en estos lares.

Derrotadas y con la moral arrastrándose tres pasos por detrás nuestro vamos a coger el metro. La sorpresa al entrar en el anden es que al otro lado en vez de ladrillo hay una verja metálica que da a un cementerio, la parada de metro Tumbaexpress (definitivamente da un poco de susto para que sea de las primeras cosas que veas todos los días)

De vuelta a casa algo de charla con King (Mister fight for your rights) y rebusqueda de pisos por Internet. Alguna llamadita por Skype para alimentar y a dormir, o a intentarlo, que aun no he pasado de las 6 horas desde hace días. Mañana más.

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