domingo, 13 de noviembre de 2011

dia 6 de turismo acompañado

La mantequilla de cacahuete, y el te con leche ya son clásicos yankys; como el metro en Nostrand y el comienzo sonriente.


Primera parada Flea Market de Hellskitchen, canijo y caro, donde estén las pulgas de barcelona o el cisne blanco... tengo que encontrar los baratos que seguro que haberlos haylos. 


Seguimos la 39 hacia el oeste y en pocas manzanas nos topamos con el Hudson, inmenso él. Tranquilo, algo transitado, no defrauda a la idea de gigante que se esparce por esta ciudad. Al otro lado New Jersey saluda, se me pasa por la cabeza Kevin Smith y quiero conocer el Quick Stop, otra cosa a apuntar en la lista de cosas pendientes (empiezo a sentirme Earl aunque mi lista no mejora mi karma)
Paseamos por la orilla, vemos barcos de turistas cargados de cámaras de fotos, biciclistas que aprovechan el sol, paseantes con perros, corredores de fondo, todos encuentran la manera de disfrutar de los rayos de sol. El sol pica en el estómago, llevamos unas dos horas andando. Entramos de nuevo a la city y a sus ruidos. Paseamos por Chelsea y me doy cuenta de lo fantástico que sería vivir aquí, sueño con que mi bolsillo se multiplica exponencialmente y vivo en uno de estos pisos que se asoman a escaleras de incendios. Me limitaré a ser consciente de que soñar es gratis.


Super hamburguesa especial Thanksgiven, con carne de pavo, mermelada de arándanos y puré de boniato en la New York Burger Co., muy recomendable, menos de 20 dolares dos moles de supercarne al punto, con patatas, de las de verdad, y barra libre de más de 20 salsas.


Para bajar el festival de grasas nada como un paseo por el Highline, un parque que se sacaron de la manga para aprovechar unas vías de metro elevado que quedaron en desuso. Un respiro en las alturas, con verde que se escapa entre los pies.
 
De Chelsea al Soho, no hay  ninguna calle, ninguna esquina, ninguna persona que no me llame la atención. Tal vez sea obligatorio ir a la moda, tener estilo y ser guapo para vivir por aquí. Tiendas y más tiendas, algún mercadillo callejero, alguna tienda de vinilos, alguna de ropa de segunda mano. Somos cuatro borregos flipando con los ladrillos vistos.


Seguimos el camino hacia abajo, dirección Chinatown por Lafayette St. Nos cruzamos con Canal St y cambiamos de mundo, hasta el McDonald está escrito en caracteres chinos. Paseamos mucho, miramos más, olemos demasiado y tocamos poco, por lo que pueda pasar. Me entran ganas de hacer sushi y beber té.

Volvemos a casa, unos noodles rápidos y nos vamos los cuatro con King de excursión por el barrio para nuestra primera cerveza outdoor brooklinesa.

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