lunes, 11 de junio de 2012

día 193 cerrando la mochila

Mañana difícil. Decisión tomada. Me vuelvo a Nueva York para conseguir la documentación pertinente y salir del país. La decisión implica mil millones de cosas que se chocan dentro de mi cabeza. Controlar los nervios que perturban mis neuronas no es fácil.  Me siento derrotada. Se acerca el momento de luchar contra el dragón y no sé si me voy a atrever a mirarlo a la cara. El fuego que escupe me quema desde hace meses.

Aline me acompaña a la estación para comprar otro billete de tren. Por el camino me ayuda a respirar y a sonreír. Poder contar con gente como ella es el mejor regalo que puedo tener. Creo que no he conocido Nueva Orleans en mi mejor momento. Me va a costar recordar esta ciudad con cariño.

Nos juntamos con Francesco y Dario en el French Market y comemos cangrejos de río, extraespeciados, mientras oímos a una banda tocar. 

Paseamos hasta el parque de Louis Armstrong, pero el ambiente es demasiado raro como para que invite a entrar.

Volvemos al silencio del hotel a pasar las horas de más calor. El cansancio está presente en las caras de todos. Hoy cae el telón. Para mí la aventura acaba antes de tiempo. Adiós al viaje en tren por las fronteras de Estados Unidos. Espero que la vida sea larga y le dé por repetir. 

Cuando el sol deja de quemar salimos a la calle. Intentamos ver la catedral pero está cerrada por una boda. Paseamos, sabiendo que es la última vez, hasta una hamburguesería que le han recomendado a Dario. Cenamos a gusto y tranquilos. Después a la habitación, mañana hay que madrugar. 

Hay disputa en el ambiente. Me gustaría poder olvidar mis problemas y entretener mi cabeza con los de otros, pero mi italiano es exageradamente limitado. 

Mañana comienza el principio del regreso del héroe, aún no sé si llevo conmigo ninguna recompensa, pero sí sé que vuelvo siendo otra. Queda por descubrir si eso es mejor o peor.

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